Padre Ben Hur Soto, Secretario para la Pastoral de la Conferencia Episcopal Boliviana, en su reflexión dominical, este 23 a de agosto, habló de las diferencias entre “el Cristiano de la orilla del mar”, que son solamente observadores y “el Cristiano de mar adentro”, que es toda persona que esta en una constante búsqueda para profundizar el mensaje de Dios.
Domingo 23 de agosto de 2020
Jesús nos pregunta: ¿Quién es Jesús para nosotros?
Saludos
Desde esta Basílica Menor de san Francisco de la ciudad de La Paz, saludamos a todas las personas que están en sus casas siguiendo la Eucaristía, con especial relevancia a nuestros hermanos ancianos y enfermos, a los que están en primera línea: Médicos, Policías, Militares, personal de salud, sacerdotes, religiosos, comunicadores, privados de libertad, y a nuestros catequistas.
Evangelio
En el Evangelio que hemos proclamado hoy, vemos varios símbolos que nos ayudan a conocer y recordar a Pedro, el Apóstol que negó a Jesús. Por ejemplo las llaves, y “el atar y desatar”, acciones que van acompañadas de un gran significado de humildad y arrepentimiento, pero sobre todo de conversión. Actitud de una persona que aprende de sus errores.
En este evangelio Jesucristo hace un alto a las actividades que estaban realizando, quiere que los discípulos conozcan un poco más de los planes de Dios. Los interroga diciéndoles, ¿qué dice la gente soy yo?
Muchas veces hemos escuchado este evangelio y la intención del Señor. Es fácil hablar por las otras personas, porque eso no conlleva un compromiso, ni personal, ni social y menos cristiano.
Hermanos, Jesucristo se da cuenta que las demás personas tienen una imagen distorsionadas de Él, es por ello que quiere saber cómo lo están percibiendo. Aquí algunas respuestas: Lo ven sólo como si fuera un personaje histórico o con valores solamente humanistas.
Es claro que con esta descripción evidencian un desconocimiento de Jesús. No lo conocen o no lo conocemos, no han tenido un encuentro personal con él, aspecto fundamental para ser un cristiano de mar adentro.
Por eso les pregunta a los discípulos directamente, quiere saber sus opiniones personales. La pregunta se convierte en primera persona, por lo tanto la respuesta debe ser personal. “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Una pregunta también hecha a todos nosotros, ¿quién es Jesucristo para nosotros?
Con la confesión de Pedro: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios Vivo”. Podemos decir que en esa confesión de fe, se fundamenta toda nuestra vida de fe, toda nuestra vida cristiana, toda nuestra Iglesia. Es interesante que con esta afirmación, la persona que termina engrandeciéndose, salvándose, no es Jesucristo (porque en realidad él no necesita de nosotros), sino Pedro, el débil, el torpe, el autosuficiente, el que niega al Señor. Es a ese Pedro que Jesucristo le entrega las llaves de la confianza para guiar a la Iglesia.
Es posible que en esas negaciones también estemos nosotros. ¿Cuántas veces no habremos negado al Señor? Pero si nos quedamos con esa imagen es demás de injusta. El propio Jesucristo no mide su gran misericordia y su perdón, por eso no se fijó en las negaciones que le hizo Pedro y tampoco se fijará en las negaciones que nosotros le hacemos diariamente, o por lo menos le hemos hecho en algún momento en nuestras vidas, porque nuestra salvación no depende de nuestra fuerza de voluntad, sino de la GRACIA DE DIOS.
Primero porque el Señor no puede negarse a sí mismo, porque Él es la misericordia por excelencia. Misericordia que se traduce EN AMOR. De lo que muchos de nosotros debemos aprender. Pero aunque seamos vasijas de barro, dentro de ellas llevamos un tesoro, sobre todo en este tiempo de Pandemia, el tesoro del evangelio de Jesús, de la buena noticia, que nos anima, nos sana y nos acerca más a los dos grandes amores de nuestra historia bautismal, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos.
Todo esto a raíz de la pregunta que le hace Jesús a sus discípulos para saber qué pensaban de Él. Jesucristo no escatima su confianza en la persona de Pedro. No le exige perfección, le exige seguimiento y valentía para la salvación de la humanidad y llevar en sus hombros el peso de la Cruz por el Reino de los cielos.
Por eso le dice: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no las derrotará, ¿acaso no se repite en nuestro tiempo, acaso el poder del infierno no quiere derrotar al poder del Bien?
Como Iglesia universal siempre vamos estar en favor de la vida y de la verdad, porque si nosotros no hablamos, las piedras hablarán (Lc 19:40). Estamos con la obligación y con el deber no sólo moral, sino también con el deber cristiano de denunciar las diferentes injusticias que se van cometiendo, sobre todo a la población más vulnerable y que no se puede defender.
No nos olvidemos que Pedro fue elegido personalmente por Jesús, que nuestra salvación no se centra en Pedro, sino en Jesucristo (cf. 1 Cor 3,11; Ef 2,20), Pedro nos representa y será el defensor de la Iglesia contra todas las asechanzas a la que se expuso, se expone y se expondrá la Iglesia.
Denuncia:
La justicia
Tener la experiencia de Dios y saber quién es Jesucristo es actuar con Justicia. Notamos que en nuestro medio la justicia no es justa, encarcelan al más débil, al que no se puede defenderse, al que no tiene dinero para pagar un abogado. Pero sin embargo, vemos a los grandes poderosos de la sociedad, personalidades intocables, grandes mandatarios, escondiéndose y enriqueciéndose de la corrupción y de los bienes del Estado, satisfaciendo no sólo sus propias necesidades, sino también dejando secuelas irremediables en las familias.
PASTORAL
Como Iglesia vemos “la necesidad de fortalecer el proceso democrático de nuestro país, no se puede consolidar la democracia con actitudes de confrontación y destrucción. Tomando en cuenta que la crisis económica está cada día peor, para ello es necesario redistribuir la economía en Bolivia con criterios de justicia social”.
(Saludo inaugural que, Monseñor Ricardo Centellas Arzobispo de la Arquidiócesis de Sucre y Presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia en la Asamblea extraordinaria Virtual, agosto 2020
Valoramos de gran manera los gestos solidarios: las canastas familiares, “ollas comunes” y bancos de alimentos, medicinas y equipos de bioseguridad realizados en los barrios populares de nuestra urbe.
(Mensaje de los Obispos al Pueblos de Dios, Asamblea extraordinaria Virtual, agosto 2020
Propuesta pastoral
Ante todo lo que hemos escuchado les propongo las dos clases de cristiano para saber ¿Qué clase de cristianos somos?
1.- Cristianos de la orilla del mar, solamente observadores. Es toda persona que vive superficialmente, que no sabe y no ha experimentado quién es Jesucristo, no se lanza al mar de la vida porque tiene miedo a la aventura del compromiso de Dios. Es toda persona que vive de la rutina y se ahoga en sus problemas, vive (triste). Se limita a criticar y ver de orilla la realidad pensando que no es su problema, porque él tiene solucionada su vida.
2.- Cristianos de mar a dentro. Es toda persona como Ud., señor, señora, joven estudiante, empresario, profesional, militar, policía, albañil, que vive de procesos (proyectos), que está en una constante búsqueda para profundizar el mensaje de Dios, tiene temor pero se lanza a la aventura de la vida cristiana (reza, ora, dobla rodilla), sabe y ha tenido la experiencia de Dios, eso le permite vivir su vida cristiana con iniciativa, asumiendo sus problemas con (alegría).
Estimados hermanos, que la experiencia de estar viviendo la terrible Pandemia, nos enseñe a ver el rostro sufriente de Dios en las personas más necesitadas, no sólo de lo material, sino también de aquellas personas que necesitan una palabra de aliento para vencer el miedo, la soledad y la tristeza y nos ayude a vivir nuestra profesión de fe siendo solidarios, fortaleciendo la esperanza en el Dios de la vida y buscando el bien común sobre todo en tiempo de elecciones.
Encomendamos a nuestros catequistas, les pedimos que sigan comunicando la palabra de Dios especialmente en este tiempo difícil donde el Señor les pide todo su compromiso y creatividad. Damos gracias a Dios por su vocación, que sigan guiando y contagiando la alegría del Evangelio.
Por eso repetimos lo que nos dice el salmo 137, “Tú misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos”.
Saludo de despedida
También rezamos por todas aquellas personas que salen diariamente a buscar el sustento para su familia: las señoras del mercado, las que hacen la limpieza de la ciudad, los que trabajan en la construcción, los lustrabotas, bueno, todos.
Nos encomendamos a nuestra Madre la Virgen María bajo de nuestra Señora de los Ángeles, protectora de la Orden Seráfica. Dios te salve María….
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