El Papa advierte el riesgo del «adulterio pastoral»

Francisco recibe a los miembros del Sínodo de la Iglesia patriarcal armenia de Cilicia antes de la Audiencia General. En su discurso, recuerda que «en un mundo lleno de soledad y distancia, los que nos son confiados deben sentir de nosotros el calor del Buen Pastor, nuestra atención paterna, la belleza de la fraternidad, la misericordia de Dios».

Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

«¡Basta ya!». Basta de guerras y masacres en el mundo que siguen sucediéndose desde la Primera Guerra Mundial: «Debía ser la última y los Estados formaron la Sociedad de Naciones, ‘primicia’ de las Naciones Unidas, pensando que con eso bastaba para preservar el don de la paz. Sin embargo, desde entonces, cuántos conflictos y masacres, siempre trágicos y siempre inútiles». Francisco vuelve a lanzar un llamamiento por la paz en su audiencia a los miembros del Sínodo de la Iglesia patriarcal armenia de Cilicia, en Roma, en peregrinación a la tumba de los Apóstoles Pedro y Pablo, tras la fiesta de San Gregorio de Narek, Doctor de la Iglesia. Al recibirlos en la sala adyacente al Aula Pablo VI antes de la Audiencia General, el Papa -que, debido al ligero estado gripal de los últimos días, tuvo dificultades para leer y pide a su colaborador monseñor Filippo Ciampanelli que leyera el texto– se detiene en el sufrimiento de la población de Nagorno-Karabaj, a la que dice estar cercano con las palabras, pero sobre todo «con la oración».

El Santo Padre saluda a los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

El Santo Padre saluda a los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

El grito por la paz

En particular, Francisco dirige su pensamiento a «¡las numerosas familias desplazadas que buscan refugio!». «Tantas guerras, tanto sufrimiento», subraya.

«Hagámonos eco todos del grito de paz, para que toque los corazones, incluso los insensibles al sufrimiento de los pobres y humildes. Y, sobre todo, recemos. Lo hago por vosotros y por Armenia…».

Foto de grupo del Papa con los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

Foto de grupo del Papa con los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

Elegir a los obispos con cuidado

El discurso del Pontífice se centra después en la figura de los obispos, siendo una de las grandes responsabilidades del Sínodo precisamente la de dar a la Iglesia los pastores del mañana. «Por favor, elíjanlos con cuidado, para que sean dedicados al rebaño, fieles a la pastoral, nunca arribistas», recomienda el Papa Francisco.

«No deben ser elegidos según las propias simpatías o tendencias, y hay que tener mucho cuidado con los hombres que tienen ‘olfato para los negocios’ o con los que ‘siempre tienen la maleta en la mano’, dejando huérfana a la gente».

Encuentro del Santo Padre con los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

Encuentro del Santo Padre con los miembros del Sínodo de la Iglesia católica armenia. (Vatican Media)

«Adulterio pastoral»

El Papa acuña a continuación una nueva y fuerte expresión: «adulterio pastoral». Es lo que se arriesga a cometer el obispo «que ve su Eparquía como un lugar de paso hacia otra más ‘prestigiosa’ y olvida que está casado con la Iglesia». Lo mismo sucede cuando «se pierde el tiempo negociando nuevos destinos o ascensos». «Los obispos -afirma el Pontífice- no se compran en el mercado, es Cristo quien los elige como Sucesores de sus Apóstoles y Pastores de su rebaño».

«En un mundo lleno de soledad y distancia, los que nos son confiados deben sentir de nosotros el calor del Buen Pastor, nuestra atención paterna, la belleza de la fraternidad, la misericordia de Dios. Los hijos de su querido pueblo necesitan la cercanía de sus obispos».

Caridad pastoral

Francisco dice ser consciente de que muchos prelados están «dispersos por el mundo» y a veces en territorios muy extensos, «donde es difícil que puedan ser visitados». Pero, reitera, «la Iglesia es una Madre amorosa y no puede dejar de buscar todos los medios posibles para llegar a ellos, para que reciban el amor de Dios en su propia tradición eclesial». No es tanto una cuestión de estructuras, sino sobre todo de «caridad pastoral» y de la voluntad de «buscar y promover el bien con una mirada y una apertura evangélicas».

Irradiar profecía cristiana en un mundo de odio y división

Para este tiempo de Cuaresma, el Obispo de Roma insta también a «mirar a la Cruz» y «apoyarse en Cristo, que sana las heridas con el perdón y el amor». «Estamos obligados a interceder por todos, con grandeza de mente y de espíritu», afirma, recordando el testimonio del obispo armenio san Gregorio el Iluminador, venerado como santo por la Iglesia católica, pero también por las Iglesias copta y ortodoxa. Él «trajo la luz de Cristo al pueblo armenio y ellos fueron los primeros, como tales, en acogerla en la historia». Por tanto, todos los sacerdotes, diáconos, consagrados y fieles de la Iglesia armenia, siendo testigos y «primogénitos» de esta luz, tienen «una gran responsabilidad»:

«Ustedes son una aurora llamada a irradiar la profecía cristiana en un mundo que a menudo prefiere la oscuridad del odio, de la división, de la violencia, de la venganza. Por supuesto -podrán decir- ‘nuestra Iglesia no es numerosa’. Pero recordemos que a Dios le gusta hacer maravillas con los pequeños».

En este sentido, nos invita a no descuidar «el cuidado de los pequeños y de los pobres, mostrándoles el ejemplo de una vida evangélica, lejos de la pompa de las riquezas y de la arrogancia del poder; acogiendo a los refugiados, apoyando a los que están en la diáspora como hermanos y hermanas, hijos e hijas».

Rezar mucho y estar cerca de los seminaristas y sacerdotes

Antes de concluir, el Papa remarca un aspecto «prioritario», el de la oración. «Recen mucho, también para custodiar ese orden interior que les permita trabajar en armonía, discerniendo las prioridades del Evangelio, las que son queridas por el Señor», recomienda. «Que sus Sínodos -añade-, por tanto, estén bien preparados, los problemas cuidadosamente estudiados y sabiamente evaluados; las soluciones, siempre y sólo para el bien de las almas, se apliquen y verifiquen con prudencia, coherencia y competencia, asegurando sobre todo la plena transparencia, también en el campo económico».

«Las leyes deben ser conocidas y aplicadas no por formalismo, sino porque son instrumentos de una eclesiología que permite incluso a quien no tiene poder recurrir a la Iglesia con pleno derecho codificado, evitando la arbitrariedad del más fuerte».

El Pontífice dedicó una última reflexión a la pastoral vocacional, en línea con lo dicho en el discurso: «En un mundo secularizado, los seminaristas y los que se están formando para la vida religiosa necesitan, hoy más que nunca, estar firmemente enraizados en una auténtica vida cristiana, lejos de cualquier psicología principesca». Del mismo modo, los sacerdotes, especialmente los jóvenes, «necesitan la cercanía de los pastores, que favorezcan la comunión fraterna entre ellos», para que «no se desanimen ante las dificultades y día tras día sean cada vez más dóciles a la creatividad del Espíritu Santo». Todo ello «para servir al Pueblo de Dios con la alegría de la caridad» y «no con la rigidez y la repetitividad estéril de los burócratas».

FUENTE: VATICAN NEWS

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