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Diácono Agripino Cruz Rosales

Agripino Cruz, nació el 23 de julio de 1952 en una comunidad que se llama Moro Moro de la provincia Vallegrande. A los 5 años fue bautizado y al mismo tiempo confirmado. Su infancia fue solamente con su mamá porque quedó huérfano de 8 años. El es el segundo hijo de la familia de seis hermanos. Su mamá muy buena y dedicada. En su pueblo pudo estudiar hasta la primaria y luego se fue al servicio militar. Posteriormente trabajo para también ayudar en la familia, puesto que era el único varón.

Ya en Santa Cruz tuvo que estudiar en el colegio CEMA y pensar siempre en su futuro. Estudio mecánico y con eso trabajo hasta cumplir sus 25 años, cuando se casaría.

Agripino recuerda sobre su vocación “Siento que mi vocación cristiana era latente y por eso me dediqué mucho a la iglesia, por eso que estuve en el grupo de P. Jaime Gagnon, donde encontré mi vocación al matrimonio. Sin embargo, siempre me gustó la vida de la iglesia, desde pequeño. Los valores que tengo, me lo dio mi mamá.

Mi Vocación Cristiana.

Esta vocación de servicio en mi Iglesia Cristiana Católica me nació cuando era joven teniendo 25 años; en 1975 tuve la dicha de conocer mi Parroquia San Martin de Porres, me acerqué buscando llenar mi vacío interior que no pude encontrar en los placeres del mundo.

Un 1º de enero participé en la celebración eucarística a las 7:30 de la mañana, empezaron a cantar todos juntos con un coro de jóvenes, me impactó mucho un canto que dice: “Tú ere, Tú eres Señor, la Rosa de Saharón… el amor de mi corazón”. Fue la primera vez en mi vida que escuché una celebración eucarística que tocó y transformó mi vida, desde ese momento no dejé de participar en mi Parroquia, fue un nuevo nacimiento: gracias a la formación espiritual que nos dieron nuestros sacerdotes mediante seminarios, talleres, retiros, etc. Entre ellos el “bautismo en el Espíritu Santo” que nos dio el P. Jaime y culminó con la imposición de manos. Fue en ese momento que sentí la presencia viva de Jesús en mi vida y el llamado a servirle. Recibí formación de Catequista P. Enrique, Seminario de crecimiento con el P. Lucas, P. Claudio, Formación Vocacional para la Vida Consagrada al sacerdocio dirigido por el P. Jaime Gagnón, el 1º que nos invitó a 7 jóvenes para formar una comunidad y vivir juntos para tener una formación vocacional, conseguimos un terreno y ahí construimos una casa, donde nos fuimos a vivir los 7 jóvenes sin dejar nuestro entorno familiar y nuestro trabajo laboral. El P. Jaime le dio el nombre a la casa “Fraternidad Emmanuel”, desde ahí hacíamos nuestro trabajo pastoral según los ministerios que cada uno realizaba. Trabajé en la catequesis de preparación a la 1º comunión luego con jóvenes en la confirmación, después en la evangelización. Esta forma de vida hizo que definía cual sería nuestra auténtica vocación, participamos en un encuentro vocacional a nivel nacional de la congregación OMI, en Cochabamba, visitamos el seminario san José. Dentro de nuestra formación Espiritual el P. Jaime nos permitió tener una experiencia afectiva con una conducta cristiana; el nos decía que de esta casa de formación saldrían auténticos sacerdotes o auténticos padres de familia, servidores al señor.

El discernimiento: Servir al Señor o construir una familia.

Durante un año llevó una vida meditando y trabajando. Como dice: “buscando mi respuesta a mi llamado del señor, esto motivó a que estudié mi secundaria y logré salir bachiller. en ese caminar conocí a una señorita que también participaba en los grupos juveniles, igualmente ella tuvo una formación espiritual, trabajó de catequista en la Parroquia y en colegios, a veces nos tocaba trabajar juntos, fuimos muy amigos durante 1 año, empezó a surgir en ambos una amistad especial el uno al otro, teníamos ese apoyo mutuo, hasta que un día se apoderó un sentimiento más íntimo y muy sano hacia ella, esto me permitió que esté más en comunión con Dios, para que nuestra relación sea sana y pura; a veces tenia temor de fallar o ser infiel al señor y a mi amiga. Consulte todo lo que vivía a mi director espiritual el P. Jaime Gagnon OMI, el aceptó esta relación e invitó a que participe en nuestro trabajo pastoral con más intensidad, dijo que a lo mejor ella sea un instrumento del señor para orientar a mi vida vocacional, oré mucho para que dios me ilumine, si realmente dios me llamaba para una vida consagrada o a una vida conyugal. Ella también fue parte de mi familia, porque ella no tenía familia, sus padres vivían en Cochabamba, desde pequeña trabajó con otras familias”.

En este etapa de formación Agripino vivió muchos momentos especiales, el cuenta: “En mi vida se apoderó una incertidumbre y recuerdo que el día de mi cumpleaños lo pasé solo en el convento de las carmelitas, ayunando y orando para encontrar la respuesta del señor, pensaba en ella y sentía una paz especial, donde tomé la decisión de formar mi hogar, le conté a ella lo que me sucedía y me dijo que ella se sentía igual, nos abrazamos muy fuerte y nos miramos frente a frente le dije que la amaba y ella correspondió, entonces pasamos a ser novios por lo que decidimos casarnos ya que durante dos años nos conocimos. Esta decisión dimos a conocer al P. Jaime a mi familia y a mi parroquia, todos aprobaron nuestra decisión, por lo tanto ya no había dudas de que el señor había señalado nuestro camino”.

Después de 1 año de noviazgo la boda se realizó el mismo día de su cumpleaños un 23 de junio de 1979 a las 2:00 pm. Fue un día sábado, el P. Lucas Casaert, vino desde Oruro a celebrar nuestra boda junto con el P. Jaime- Toda la Iglesia, niños, jóvenes y las comunidades, estaban celebrando y la ceremonia duro 2 horas y luego nos fuimos a celebrar en nuestra casa de formación junto con nuestros sacerdotes, mis compañeros, hermanos en Cristo y mi familia. El nombre de la señorita, amiga y novia, ahora mi esposa es María Teresa Torrico, dice Agripino.

El año 2009 cumplieron 30 años de matrimonio, fue el P. Gerardo Leclaire, que les bendijo, decía que son bodas de perlas. Tuvieron 4 hijas: Cielo América, Verónica Viviana, María Lourdes y Gloria.

Hoy es diacono y sirve en su comunidad.

Agripino concluye diciendo: “Ahora siento que Dios me llama a esta misión, teniendo la aprobación de mi esposa, hijas y la comunidad; teniendo además las bases de la espiritualidad ya que toda mi vida conyugal la he dedicado al servicio de la iglesia y mi parroquia especialmente, trabajando en la Pastoral Familiar con mi esposa, capacitándonos en los cursillos prematrimoniales, animadores y guías de parejas”.

Actualmente es animador de comunidades y grupos de oración con la palabra de Dios y cantos dentro de la Parroquia San Martin de Porres. También fue parte del Consejo Parroquial en varias gestiones, y Delegado de la Vicaria San Lorenzo, participó varias veces representando a la misma parroquia y junto a su esposa participo de la XIII Asamblea realizada en Julio 2008.

Agripino dice; “Ya con mi ministerio, me gusta la misión, y en la misión me gusta la gente, compartir con ellos o a veces compartir una bendición de casa, o estar en unas exequias. En el campo litúrgico pastoral me gusta evangelizar a la familia, compartir y ayudar a las familias, o sea mostrar las diferencias. Así cultivar la vida familiar y construir mi misma familia, reflejando desde mi misma familia”.