Los pobres, los preferidos de Dios: el videomensaje del Papa en Asís

«Pido perdón en nombre de los cristianos que los han herido, ignorado y humillado»: así se dirige, desde Asís y en la V Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco a todos los congregados para celebrar esta Jornada Mundial. Su lugar -dice- no está en las puertas de las iglesias, sino en el corazón de la Iglesia.

En la V Jornada Mundial de los Pobres se dio a conocer el video registrato por el Papa Francisco el viernes pasado, en respuesta a la invitación recibida por la Asociación “Fratello” (Hermano en español), que se ocupa de los más necesitados. Francisco destaca, en primer lugar, que «muchos están pasando por situaciones difíciles, muy difíciles, dolorosas y a veces insoportables» y pide «perdón en nombre de todos los cristianos que los han herido, ignorado y humillado»:

Muchos de ustedes sufren en la cárcel, en las chabolas, en una cama de hospital, en los barrios más pobres, abandonados, aislados, y muchos de ustedes sufren en medio de una guerra que ustedes no buscaron, sino que les impusieron. Algunos de ustedes hoy no tienen nada, no saben si comerán esta noche, no saben dónde dormirán.

África y Oceanía, Asia y América, Europa, América del Norte, Madagascar, la Polinesia… El Santo Padre subraya la unión espiritual con todos en esta Jornada. En sus palabras, su gran cercanía a los pobres:

¡Cómo me alegra reunirme con ustedes en este día! Me siento muy cerca de ustedes; quiero recordar a todos y a cada uno cuánto nos ama Dios, y cuánto los ama Dios. 

La invitación a ir más allá de la superficialidad

Tal vez la palabra «pobre» escandalice a algunos – dice Francisco. Y añade que, sin embargo, “pensando en ustedes”, quiere “gritar al mundo que la Iglesia tiene una Buena Noticia: Jesús los necesita para salvar al mundo”:

Ha venido por nosotros: los pobres, los pequeños, los enfermos, los lastimados de la vida, los amargados. Quiere colmarnos de su amor. Si nos reconocemos pobres, reconocemos una carencia, entonces Dios podrá venir a esta carencia. 

Y recordándonos el profundo vínculo con el Evangelio, hace presente una vez más que los pobres son «el tesoro de la Iglesia»

“»Dichosos los pobres», es la primera bienaventuranza. Hacerse pobre en nuestro corazón es una invitación radical a despojarnos de lo que tenemos, de lo que creemos poseer, de nuestro pecado, para dejar que Dios venga a llenarnos de su amor. Que el Señor nos ayude a ser pequeñitos, para que Él pueda ser «grande» en nosotros, ¡grandioso!”

El Papa no deja de pensar también en los que no son pobres a nivel material:

“Otros que parecen tenerlo todo, a menudo sufren de soledad, ansiedad, depresión, adicción.”

Y por todos pide a María, “que ha sabido acoger plenamente al Espíritu Santo, que nos dé ahora un poco de paz, que nos proteja bajo su gran manto de ternura.”

En el corazón de la Iglesia

Cada hombre, cada mujer es “templo de Dios”, recuerda el Papa, añadiendo palabras especialmente para los pobres:

“Eres el templo de Dios, eres el tesoro de la Iglesia. Su lugar no está en la puerta de las iglesias, sino en el corazón de la Iglesia. Sepan que son los favoritos de Dios. Hay santos ocultos entre ustedes.”

La oración al Espíritu Santo

El Evangelio -hace presente el pontífice- nos invita permanentemente a ser pobres: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos». Y también dice Jesús: «Lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». O, todavía: «el que acoge en mi nombre a un pequeño, como éste, a un pobre, me acoge a mí». 

«¡Ven Espíritu Santo! – es la oración del Santo Padre Francisco- Sabemos que lo que Dios ha escondido a los sabios y eruditos, lo ha revelado a los más pequeños. Muéstranos tu alegre y dulce presencia. Amén».

Jesús en primer lugar

Finalmente el Obispo de Roma anima a “amar cada vez más a Jesús, a adorarlo a Él, que se hace tan pobre en la Eucaristía, y a rezarle”:

Déjenle un sitio confortable, el primer lugar, en el establo de sus corazones, para que nazca allí. Sean para el mundo los testigos de esa ternura. Queridos hermanos y hermanas, siempre y cada día están en mi oración, y ustedes saben que yo cuento con las oraciones de ustedes. El Papa los quiere mucho. Los bendigo. 

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