Tania Ávila: “Para entender Querida Amazonía, la clave está en querer ser corresponsables”
Querida Amazonía es “una manera de impulsar a soñar juntos, a entretejer sueños a partir de realidades que ya se están viviendo en algunos lugares
“Los sueños, si se hacen comunitarios, impulsan la construcción de realidades, son como un mapa o una hoja de ruta para el camino”
“La irrupción, aunque todos fuimos convocados, de lógicas, lenguajes, modos de relación indígenas, genera otro modo de encuentro, de escucha entre diferentes que están convocados por una preocupación/esperanza común: la Amazonía”
“Entre las mujeres iremos co-creando caminos para hacer un discernimiento conjunto, que fortalezca las experiencias de acción que ya tenemos y nos lleve a reflexiones más profundas en torno nuestro ser-estar-sentir en la Iglesia”
“Francisco refleja esa Iglesia propositiva, que invita y no obliga, festiva, donde es compartir el Evangelio, es compartir mi alegría con el otro sin hacer proselitismos”
“Me gustaría una Iglesia con mucha libertad, que sea un espacio seguro para las diferencias, donde cada ser humano se sienta cuidado”

Soñar, esa la invitación que el Papa Francisco nos hace en Querida Amazonía, la Exhortación Postsinodal del Sínodo para la Amazonía, en cuya asamblea estuvo presente como auditora Tania Ávila Meneses, teóloga boliviana del pueblo quechua.

Tania ve los sueños como “una hoja de ruta para el camino”, que “se dialogan en comunidad”, buscando “que generen armonía y equilibrio”. De hecho, la teóloga boliviana ve Querida Amazonía, como “una manera de impulsar a soñar juntos, a entretejer sueños a partir de realidades que ya se están viviendo en algunos lugares”.

Ella considera que en la Exhortación, “la clave es tomar conciencia de que hay un bioma que cuida la vida del planeta y que está en nuestras manos, como humanidad, cuidar ese bioma en este presente, para cuidar el futuro”, insistiendo en que “para ´entender´ Querida Amazonía la clave está en querer ser corresponsables”. Son palabras que muestran los sentimientos presentes en esta mujer indígena, dos colectivos que tuvieron un papel destacado en la Asamblea Sinodal, que hicieron posible la irrupción de lógicas, lenguajes, modos de relación diferentes.

En la entrevista, Tania Ávila nos hace caer en la cuenta de la importancia del cuidado, de los lenguajes y símbolos, muchas veces sacados de contexto. La teóloga quiere llevarnos a asumir el humor, la alegría del Papa Francisco, su forma propositiva de anunciar el Evangelio, sin proselitismos. Todo ello en una Iglesia que vive la sinodalidad, que se deja conducir por el Espíritu, siempre presente, aunque a veces no se le sienta, e inspirador. Es tiempo de soñar con una Iglesia “que sea un espacio seguro para las diferencias”, una Iglesia siempre “aliada, activa en la vida cotidiana con los pueblos”.

El Papa Francisco nos invita a soñar. Para alguien que es indígena y que entiende los sueños como un elemento fundamental en la vida de los pueblos indígenas, ¿por qué es importante soñar?

Es importante soñar porque los sueños, si se hacen comunitarios, impulsan la construcción de realidades, son como un mapa o una hoja de ruta para el camino. Cuando una persona sueña algo importante y lo cuenta a otras personas, ellas se hacen coresponsables en la construcción de la realidad que tiene como mapa el sueño, y deja de ser mi sueño para ser nuestro sueño. Al ser un sueño común es un mapa, un esbozo de realidad común. Es un ejercicio de confianza el poder contar y el poder escuchar.

Sin embargo, este ejercicio también implica identificar los sueños que no ayudan a la convivencia comunitaria, aquellos sueños que son egoístas o que significan un peligro latente para la comunidad, sueños feos. En ese caso, estos sueños son dialogados, hilados fino, para que se vayan transformando en beneficio de todos y no causen daños.

¿Con qué debería soñar la Iglesia? ¿Podríamos decir que, en cierta medida, la Iglesia ha dejado de soñar y que eso la ha ido matando poco a poco?

Quizás la Iglesia ha soñado más para sí misma que con la comunidad y eso la alejado de una parte de la historia de la humanidad. Pero hoy hace esfuerzos para re-conectarse, reconoce que todo está interrelacionado. Cuando el Papa Francisco nos comparte sus sueños, en Querida Amazonía, también nos incluye en la posible concreción, porque nos lo ha contado.

Los sueños se dialogan en comunidad, se generan tensiones, pero el desafío es lograr que las tensiones sean creativas y no destructivas, que generen armonía y equilibrio. Con qué debería soñar la Iglesia, creo que con dejarse inspirar en los sueños de Jesús encarnado ya se tiene un mapa para construir realidades justas.

¿Te sorprendió la forma como el Papa Francisco se expresa en Querida Amazonía?

Sí, me sorprendió mucho, sentí cercano que él hable de sus sueños. Cuando alguien te cuenta sus sueños te haces corresponsable con él para construir realidades, fue agradable encontrarme con diversos lenguajes, y cómo en esa diversidad de lenguajes está compartiendo preocupaciones y actitudes concretas. También está entreabriendo puertas a otras posibilidades que surjan de experiencias. Me preocupó también, porque el primer impacto después de que tienes una educación occidentalizada y de una visión lineal, los sueños son cosas que no van a pasar, son irreales. Además, hay tantos poemas, que son considerados lindos pero utópicos y lejanos, casi sin conexión con la realidad. Entonces me dio la sensación de que sería difícil lectura para algunas personas.

Me ha sorprendido que hay unas diferencias de sueños, a pesar de que en el final de cada uno hay un párrafo conector. Unos que son muy propositivos y el último me deja la sensación de un sueño que no ha terminado de madurar, que es necesario conversar a detalles y en comunidad. Esos sueños que necesitan ser discernidos, dialogados en sinodalidad para que pasen a ser parte de la hoja de ruta de la comunidad.

¿Podemos decir que el Papa Francisco, en ese sueño que hace referencia a la Iglesia, quiera como devolver la pelota, que se retome otra vez ese proceso sinodal, y que a partir de cada realidad se busquen esos nuevos caminos que el Sínodo ha querido alcanzar desde el principio?

Yo creo que sí, quizás es una manera de impulsar a soñar juntos, a entretejer sueños a partir de realidades que ya se están viviendo en algunos lugares. Y así evitar lo que tú decías, si la Iglesia ha dejado de soñar y por eso se ha ido muriendo poco a poco. A veces dentro las instituciones se espera que se instalen recetas, normas, que además no suelen ser cumplidas, que mantengan la misma estructura o que hagan ligeras variaciones, pero que no desinstalen a sus actores.

Sin embargo, si la Iglesia sale de su simple rol institucional y siente que le han devuelvo la pelota, o más bien nos devuelven el hilo del tejido común, ahí te desinstalas, se sale de la zona de confort, porque implica hacerte corresponsable del proceso actual. Y cómo vas a saber como seguir el tejido si por mucho tiempo en la historia, te dicen de que color va a ser el tejido, que punto va a tener y donde va a terminar.

Pero en este proceso sinodal hay algo diferente, se han recogido los hilos de distintas comunidades, de distintos pueblos que habitan la Amazonia, y luego de entretejerlos a varias manos, lo esencial, es volver los hilos a los pueblos para que sigan tejiendo. En esta parte del tejido, el tejido eclesial, se necesitan los rostros concretos de quienes son parte del clero. Tienen en sus manos los hilos, eso no significa que sean de su propiedad, sino que toda la comunidad está comprometida en cómo se vaya entretejiendo.

Querida Amazonía ha recibido críticas desde quienes tienen una visión más occidentalizada, y ha recibido muchas alabanzas por parte del mundo indígena. ¿Podríamos decir que la clave fundamental para entender Querida Amazonía es entender el mundo indígena?

Creo que no, creo que la clave es tomar conciencia de que hay un bioma que cuida la vida del planeta y que está en nuestras manos, como humanidad, cuidar ese bioma en este presente, para cuidar el futuro. Y para ello necesitamos aprender unos de otros, un interaprendizaje, abrirnos a otras lógicas de conocimientos y de experiencias. Para “entender” Querida Amazonía la clave está en querer ser corresponsables.

Querida Amazonía, seguro tendrá críticas desde las visiones más occidentalizadas y también desde los pueblos indígenas. Necesitamos una lectura e interpretación más en diálogo con el Documento Final del Sínodo y también con los documentos anteriores como Instrumentum Laboris, Documento Preparatorio, Laudato Si, Evangelii Gaudium. Son necesarios también espacios de diálogo donde se pueda intercambiar interpretaciones, donde juntos podamos hilar más fino.

Participaste en la Asamblea Sinodal y diferentes voces entre quienes estaban dentro han destacado la importancia fundamental de los pueblos indígenas y de las mujeres en el desarrollo de la asamblea. ¿Cómo crees que el mundo indígena y la dimensión femenina han influido a la hora de elaborar Querida Amazonía por parte del Papa Francisco?

La presencia de indígenas en Roma, y más aún la participación en la Asamblea Sinodal de indígenas y de mujeres indígenas, ha sacudido un contexto que ha conservado una forma de pensar, de comunicarse, de crear, marcada por un ambiente clerical, mayoritariamente varones con similar formación y en Europa. La irrupción, aunque todos fuimos convocados, de lógicas, lenguajes, modos de relación indígenas, genera otro modo de encuentro, de escucha entre diferentes que están convocados por una preocupación/esperanza común: la Amazonía.

Escuchar voces, con rostros concretos, de mujeres y varones indígenas que denuncian con indignación las injusticias y anuncian con alegría las esperanzas de la Amazonía, ha tenido que cuestionar la mirada de observador de una situación local y lejana, porque ahora esa situación estaba en la misma sala, se hacia cercana, y el diálogo de realidades diferentes develaba que la situación es global, no solo local.

A la hora de elaborar Querida Amazonía intuyo que las voces y los rostros, los cuestionamientos, la búsqueda de diálogos y la disposición de sumar como los ríos, de integrar en la diferencia, ha resonado en el Papa Francisco, que tiene el desafío de unir en un solo texto tantos cosmosentires que tienen en común la voluntad, espero que no sólo la tarea, de transformar la crisis socioambiental.

De hecho, ha habido mucha gente, inclusive muchas mujeres, que han medido los resultados del Sínodo y de Querida Amazonía, desde la funcionalidad de las mujeres en la Iglesia. ¿Por qué el papel de la mujer en la Iglesia, que es algo que el Papa Francisco apunta en Querida Amazonía, va mucho más allá de asumir o no asumir una función?

Porque creo que no son funciones administrativas solamente las que determinan el modo de ser parte de la Creación. Es algo mucho más profundo, como decía el Papa, no hemos logrado ver, es la tarea pendiente y seguro que entre las mujeres iremos co-creando caminos para hacer un discernimiento conjunto, que fortalezca las experiencias de acción que ya tenemos y nos lleve a reflexiones más profundas en torno nuestro ser-estar-sentir en la Iglesia.

La relación de cuidado está más presente en la vida de las mujeres y de los pueblos indígenas, sobretodo el cuidado con la Madre Tierra, un aspecto que ya aparecía en Laudato Si. El Papa Francisco dijo que el Sínodo para la Amazonía era hijo de Laudato Si. ¿Cómo esa dimensión del cuidado, a partir de esa sensibilidad femenina e indígena, puede ser asumida por todos los que formamos parte de la Iglesia y todos los que habitamos este planeta?

La dimensión de cuido la tenemos todos los seres humanos, desde las distintas sensibilidades propias y las experiencias que vivimos en nuestros contextos de vida. Creo que nos toca re-apropiarnos de ese don que ha sido devalorado por un sistema social que impulsa la competencia y castiga la colaboración, que afirma lo ego y desprecia lo eco como no desarrollo. Un riesgo es delegar esa tarea de cuidado solo a las mujeres y a los indígenas como un deber que es parte de su ser. Entonces quien no es mujer y quien no es indígena podría no sentirse responsable.

Sin embargo, actualmente se reconoce que el conocimiento integral del cuidado de la Madre Tierra es parte de las mujeres y de los pueblos indígenas, que los han recibido en procesos formativos comunitarios y contextualizados donde se mezcla el hacer con el narrar. Este conocimiento consciente es el que quienes habitamos el planeta necesitamos aprender y fortalecer con tecnologías-conocimientos actuales que se encarnen en la vida cotidiana, quizá este sea un modo de apropiarse del cuidado desde las propias sensibilidades de lo femenino y lo masculino, de los indígena y lo no indígena, porque todos habitamos la misma casa, que necesita cuidado.

Has hablado sobre los lenguajes, que en el mundo indígena tiene expresiones muy diferentes. En la Iglesia, durante mucho tiempo, se ha intentado imponer un lenguaje común, en las formas, en los ritos. ¿Podríamos decir que el Sínodo para la Amazonía abre la posibilidad de nuevos lenguajes dentro de la propia Iglesia?

El proceso sinodal visibiliza otros lenguajes además de los idiomas, ya la Alegría del Evangelio invitaba a aprender de los pueblos indígenas, aprender a reconocer que estos otros lenguajes, como los símbolos, ritos, mitos, cantos, poesía, es agudizar los sentidos, porque el desafío es escuchar con todo el ser y no solo con los oídos. Sólo escuchando con todo el ser, se pueden captar los significados que comparten estos lenguajes, sin reducirlos a interpretaciones desde la lógica propia.

La Iglesia, en una etapa de la inculturación, ha tomado elementos de algunos lenguajes de los pueblos indígenas. Por ejemplo se usaban tejidos, o algunas figuras simbólicas durante las liturgias con una dimensión más de ambientación que de sentido. El riesgo, en cualquier etapa de la historia, de hacer eso, es no retomar el significado de cada símbolo, no acercarse al significado esencial de ese símbolo dentro del sistema simbólico del pueblo que lo tiene, que da como resultado la folclorización superficial. Quién es parte de esa cultura y ve esos símbolos, a veces en desorden, en una capilla o en una ceremonia, puede leerlo como un mensaje diferente.

Inclusive, el Papa Francisco reaccionó con firmeza durante el Sínodo sobre esas tentativas de caricaturizar o de no entender los símbolos. Como cuando en la Eucaristía de abertura un indígena fue criticado por llevar las ofrendas con el tocado de plumas o cuando las imágenes robadas de la Iglesia de la Transpontina y tiradas al Tíber, a las que inclusive se hace referencia en Querida Amazonía. ¿Podemos decir que el Papa Francisco está exigiendo el respeto como base fundamental para dar pasos en el seno de la Iglesia?

El Papa, por su experiencia en las Villas de Argentina, conoce los sistemas culturales, los sistemas simbólicos propios de estos pueblos. Y a esta experiencia suman los caminos de reflexión que han hecho otras personas que hacen teología como parte de su vida, y que saben que cada símbolo en el ámbito espiritual lleva consigo un significado profundo para la comunidad que lo asume.

Si bien el respeto es un avance para dar pasos en el seno de la Iglesia, sigue siendo limitado, porque es como poner fronteras. Mientras no pases de mi límite, todo va bien, y el riesgo es tener una suma de remiendos. Yo creo que el Papa nos invita a ir más allá, a redescubrir nuestra dimensión humana y de pertenencia a una misma Casa Común, donde la diferencia no es un peligro, sino una riqueza.

Hablabas sobre la Alegría del Evangelio. El Papa Francisco siempre intenta hacer una propuesta positiva, de alegría, y siempre critica esa Iglesia de la tristeza, los cristianos con cara de vinagre. ¿Podríamos decir que está surgiendo una forma de ser Iglesia a partir de esa dimensión más alegre, festiva, propositiva, dejando atrás esa Iglesia que intentaba imponerse a través de normas y principios morales?

Creo que sí. Cuando el Papa, a principio de la Asamblea sinodal, dijo “y no perdamos el humor”, cuando sale esta impronta de alegría, me recuerda a un texto que escribió hace mucho tiempo Diego Irarrazaval, el Jesús jovial, donde intentaba mostrar esta dimensión de un ser humano que es alegre, que es jovial, que se maneja por la vida con libertad. Y Francisco refleja esa Iglesia propositiva, que invita y no obliga, festiva, donde es compartir el Evangelio, es compartir mi alegría con el otro sin hacer proselitismos. Una Iglesia que esta dispuesta a aprender y no a imponer, una Iglesia abierta al diálogo y también a la gestión de conflictos. Esa es la propuesta, el sueño, pero el camino a su concreción se hace duro, a veces estéril, lento, pero da esperanza el que no se detiene a pesar de su lentitud.

Hay quien dice que el Sínodo para la Amazonía fue el primer sínodo que partió de un gran proceso de escucha donde participó mucha gente. El Papa Francisco ha convocado un nuevo sínodo sobre la sinodalidad. ¿Cómo debemos empeñarnos como Iglesia para que esa actitud de escucha no se pierda y hacer ese trabajo previo que resultó tan importante, inclusive decisivo, en el proceso del Sínodo para la Amazonía?

El Sínodo para la Amazonía no ha terminado, es un proceso que se sigue construyendo y se necesita construir con más fuerza en esta etapa. En el Sínodo convocado sobre sinodalidad, avanzará con la experiencia de escucha e inclusión previa que ha tenido el de la Amazonía, porque la experiencia ha transformado el modo de ser Iglesia y como Pueblo de Dios no podemos renunciar a lo aprendido. Además, es un Sínodo sobre sinodalidad y para ser coherente con la convocatoria, tocará caminar juntos desde el inicio.

Para alguien que ha tenido una relación tan estrecha con Víctor Codina, de quien podríamos decir que es uno de los que más han estudiado la figura del Espíritu, no sólo dentro de la Iglesia, sino también en el mundo. ¿Cuál es el papel que el Espíritu juega en esta Iglesia sinodal?

Abrirse espacio, porque no le dejamos espacio, siempre tratamos de racionalizar todo, de tener todo en orden, planificado, y designado quien se hace cargo del siguiente paso. Y el Espíritu es diferente, es totalmente libre, totalmente presente. Me decía Víctor hace tiempo, a ver Tania, detente un poco y dale espacio al Espíritu. Tengo la impresión de que, como humanidad, más allá de la Iglesia católica, no dejamos espacio al Espíritu.

Si nos permitiéramos estar más cocientes de su presencia, e hiciésemos un poco de silencio vital para escucharlo y para entrelazarnos a su modo de actuar, quizás sería nos dejaríamos inspirar para responder-transformar la injusticia y el crimen expresados en el clamor de la tierra y el clamor de los pobres, y de quienes no pobres también. Sentir su acción, su fuerza, podría darnos las habilidades y la audacia, como en Pentecostés, para comunicarnos entre diferentes.

Comenzábamos hablando de sueños y vamos a acabar de la misma forma. ¿Cuáles son tus sueños para el mundo y para la Iglesia?

Me gustaría una Iglesia con mucha libertad, que sea un espacio seguro para las diferencias, donde cada ser humano se sienta cuidado, pero también con la libertad de cuidar al otro ser, y que se sepa parte del cosmos, no aparte. Una Iglesia aliada, activa en la vida cotidiana con los pueblo.

Fuente: IGLESIAVIVA

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