Mons. Sergio. “Seamos testigos de la Luz de Cristo y disipemos las tinieblas del mal, el miedo y la incertidumbre.

 “Ha resucitado, no está aquí”, Con esa invocación comenzó Monseñor Sergio Gualberti su homilía en la noche de la Vigilia Pascual que celebró este sábado Santo 11 de abril en la Basílica Menor de San Lorenzo Mártir – Catedral. El Arzobispo de Santa Cruz, nos exhortó a que Seamos testigos de la Luz de Cristo y que nos comprometamos a disipar las tinieblas del mal, del miedo, de la duda y de la incertidumbre, en particular en estos tiempos de pandemia La certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte nos llena de fortaleza, serenidad y esperanza, ya que al final del túnel brillará la luz de la vida, dijo.

Al inicio de la vigilia y dentro de  la Catedral, el Prelado Cruceño bendijo el fuego que le dio luz al Cirio Pascual (luz de Cristo) y con esa luz entró entro  a oscuras, ante una Catedral vacía de fieles por la cuarentena que vive nuestro País Bolivia, a causa de la pandemia del coronavirus. 120 velas en los bancos iluminaron la Catedral durante la Solemne Vigilia Pascual, como signo de la luz resplandeciente del Resucitado que ha vencido la oscuridad del mal e ilumina el mundo entero.

La Solemne Vigilia Pascual fue concelebrada por los Obispos Auxiliares; Mons. Estanislao Dowlaszewicz y Mons. René Leigue, y los fieles pudieron seguir esta celebración a través de los medios de comunicación y las diferentes plataformas digitales, en casa y en familia.

Monseñor Sergio, afirmó que  con su resurrección Jesús nos solo ha vencido a su muerte, sino también nos ha liberado definitivamente de nuestra muerte y de las cadenas del pecado y de todas clases de males personales y sociales.

También nos ha abierto horizontes de esperanza y de vida eterna en Dios. Gracias al Resucitado ha inicio la nueva y eterna Alianza, no solo con el pueblo de Israel, sino con toda la humanidad. Dijo el prelado.

Al finalizar la Solemne Vigilia Pascual, el Arzobispo envió sus mejores augurios de Pascua: “Que Cristo Resucitado traiga serenidad, esperanza  y paz en cada uno de nuestros hogares, pero de manera particular en los hospitales, en las casas y donde hayan enfermos, para que de verdad sea el resucitado que llene su corazón, que llene su vida con su amor y con su cariño

Homilía de Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz

sábado Santo /11/04/2020

Ha resucitado, no está aquí”, son las palabras del Ángel a las mujeres que, al amanecer del primer día de la semana,  fueron a visitar al sepulcro y es el anuncio sorprendente que nos repite a todos y a ustedes queridos hermanos y hermanas que desde sus hogares nos siguen en esta celebración a través de los medios de comunicación. Cristo Resucitado es “La Noticia” que ha cambiado definitivamente la suerte del mundo, la fuente de la alegría para la humanidad y para toda la creación. La Resurrección es el punto culminante de la historia de la salvación, de Dios que desde siempre ha guiado con amor los destinos de la humanidad hacia su reinado de amor, la meta definitiva que nos espera.

La liturgia de la Palabra, que acabamos de escuchar, nos ha hecho recorrer, en breve, esa larga caminata que inicia con la creación del hombre, formado a imagen de Dios y llamado a vivir en amistad con Dios y con la creación entera en el Edén. Pero el hombre, encandilado por una ilusoria libertad, rechaza el plan de Dios y lo suplanta con el propio, buscando ser dueño de su vida y señor del bien y el mal.

Sin embargo, por esa elección, irrumpe en el mundo el pecado y con el pecado la muerte. Pero, ante el “No” del hombre, Dios no desiste de su proyecto, porque la muerte no puede ser la última palabra. Dios que ama la vida y a sus criaturas pone la hostilidad entre el hombre y el diablo, el tentador y agente de muerte, dejando entrever la victoria final del hombre: “Pondré mi enemistad entre tu descendencia y la suya; él te pisará la cabeza”Es el primer destello de la salvación, al que seguirá la alianza de Dios con Noé y Abraham, el padre en la fe, el padre de Israel, el pueblo elegido.

Con la alianza inicia una relación única, una historia hecha de cercanía y fidelidad de parte de Dios que acompaña a su pueblo en todas sus peripecias. Cuando este cae esclavo en Egipto, Dios interviene para liberarlo bajo la guía de Moisés y través de él renueva la alianza y le entrega el decálogo de libertad. En esta experiencia, el pueblo de Israel descubre el rostro verdadero de su Dios, el Dios liberador y cercano que asume sobre sí los dolores de su pueblo, el Dios que cruza con ellos el desierto, que va forjando a ese grupo de esclavos fugitivos como pueblo libre y que los lleva a la tierra prometida, tierra de hermanos.

A lo largo de toda la historia de Israel, en los momentos de esplendor, como en el gobierno del rey David, y en los de las duras experiencias de la división del reino, del exilio en Babilonia y de la sumisión a imperios extranjeros Dios, a pesar de los extravíos y traiciones del pueblo, nunca lo abandonó ni le hizo faltar su asistencia y su palabra alentadora y esperanzadora.

Él envió a constantemente a profetas, sus portavoces, entre ellos Elías símbolo de todos, que se encargaron de denunciar los pecados, idolatrías e injusticias del pueblo, de llamar a la conversión y dejar el mal camino y sobre todo de mantener viva la promesa del Mesías,cumpliendo fielmente la ley divina y las exigencias de la Alianza.

Todo ese largo camino prepara la encarnación del Hijo de Dios mismo, enviado a hacer realidad la promesa, el Mesías que vino a instaurar el Reino de Dios, el Plan de salvación; misión que lleva a plenitud con su muerte y Resurrección.

Hace un momento, hemos escuchado la buena noticia de la Resurrección que el Angel hizo a las mujeres en su visita al sepulcro de Jesús: ”Ha resucitado, no está aquí”. Con su resurrección Jesús nos solo ha vencido a su muerte, sino también nos ha liberado definitivamente de nuestra muerte y de las cadenas del pecado y de todas clases de males personales y sociales. También nos ha abierto horizontes de esperanza y de vida eterna en Dios. Gracias al Resucitado ha inicio la nueva y eterna Alianza, no solo con el pueblo de Israel, sino con toda la humanidad.

La pequeña luz del cirio pascual acá en la catedral y las velas que ustedes han encendido en su hogar y que al terminar la Santa Misa les invito a poner en sus ventanas, es un signo de la luz resplandeciente del Resucitado que ha vencido la oscuridad del mal e ilumina el mundo entero.

Es la luz del Resucitado que ha iluminado también nuestro corazón al momento del bautismo, significado en la vela encendida con la llama del cirio pascual y llevado por los padres o padrinos. Y nosotros, iluminados por el resucitado, hemos sido hechos testigos de la luz para que nos comprometamos en disipar las tinieblas del mal, del miedo, de la duda y de la incertidumbre, en particular en estos tiempos de pandemia. La certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte nos llena de fortaleza, serenidad y esperanza, ya que al final del túnel brillará la luz de la vida.

Las palabras del Ángel a las mujeres en su visita sl sepulcro, Jesús “Ha resucitado; no está aquí, son ciertas. Él no está entre los muertos; pero sí, está aquí entre nosotros, Señor de la historia y nuestro salvador, nuestra esperanza y nuestra vida. Amén.  Aleluya, Aleluya.

 

 

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