Mons. Curiel, a las religiosas y religiosos pide dar testimonio de que Jesús está entre nosotros.

Mons. Carlos Curiel, responsable del Área de Comunión Eclesial CEB – Sección Vida Consagrada envio un un mensaje muy esperanzador para seguir como religiosas y religiosos, animados y animadas en el servicio a la sociedad e iglesia aunque también pide audacia para enfrentar este moento. “No ha faltado la expresión de la Caridad a través de la atención a los más necesitados. En lo material, poco pero significativo, pues “no tenemos oro ni plata”, pero sí la Fuerza, el entusiasmo y el Amor que provoca el Espíritu del Crucificado que ha Resucitado y que potencia nuestras energías”.

Queridos hermanos(as) de la Vida Consagrada.

Les escribo, expresándoles mi más fraterno saludo Pascual en el marco de la pandemia COVID-19, que nos ha obligado a vivir de otra manera, pero no por ello menos real, el tiempo de Cuaresma y la Semana Santa.

La Humanidad entera está aquejada por este azote, que ha golpeado, y sigue golpeando, la vida de tantos hermanos y hermanas nuestros, sin distinción alguna. Es dura esta realidad que nos envuelve en días de dolor, sufrimiento, angustia, ansiedad y temor, de ver amenazada, y a veces perdida, la vida de tantos hermanos y hermanas, y la nuestra también.

La cuarentena provoca angustia, incertidumbre, impotencia. Y más todavía cuando nos preguntamos cómo me sitúo ante esta realidad, cómo puedo responder, qué puedo hacer.

El Papa Francisco nos decía en la Bendición “Urbi et Orbi”: “nos encontramos asustados y perdidos, … nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”. Y así debe ser, y creo que lo está siendo entre nosotros. Resalto otro párrafo de la misma Bendición: “Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Más tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: “No tengan miedo” (Mt. 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas””.

Lo que está provocado la pandemia COVID-19, no puede paralizarnos. Si se creía que estábamos muertos o inertes; no es cierto, los hechos indican de que estamos vivos, con la gracia de Dios. Nuestra labor como hijos(as) de Dios, de la Iglesia, es dar testimonio de que Jesús está entre nosotros, de que ha Resucitado, de que Dios es Vida y Esperanza nuestra. Sigamos dando este testimonio en nuestras Comunidades.

La creatividad en el acompañamiento espiritual, de Religiosos(as), Sacerdotes, Diáconos, Agentes de Pastoral, con tantas expresiones, por distintos medios, han calado muy hondo en la Comunidad en general, en el Pueblo de Dios. Ha sido una manifestación de Iglesia en salida y de presencia viva en las periferias existenciales. Gracias hermanos y hermanas de la Vida Consagrada por tan hermoso testimonio; que en algunas ocasiones nos deja un sabor a “no es suficiente”, está bien, pero que no sea óbice a tan hermoso testimonio.

No ha faltado la expresión de la Caridad a través de la atención a los más necesitados. En lo material, poco pero significativo, pues “no tenemos oro ni plata”, pero sí la Fuerza, el entusiasmo y el Amor que provoca el Espíritu del Crucificado que ha Resucitado y que potencia nuestras energías.

Pastoral Social Cáritas, Comunidades Religiosas, en las distintas Jurisdicciones Eclesiásticas, han hecho posible el seguimiento y la atención a las Obras de Iglesia que asisten y acogen a las personas más vulnerables de nuestra sociedad (hogares, cárceles, asilos, niños y adultos en la calle, familias del programa derecho a vivir en familia, migrantes en cuarentena y en familias externas, entre otros); todo esto, con el apoyo humano y económico de Comunidades Religiosas, Empresa privada, Cáritas, UNICEF, Entes Gubernamentales. De la misma manera, Comunidades Religiosas que han ido, desde sus posibilidades, tomando las debidas medidas preventivas, y por distintos medios, al encuentro del hermano. Tal es el caso del Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios que está ofreciendo y prestando un servicio muy importante en la atención de quienes se sienten afectados en su ánimo, en su estado emocional a través de una línea telefónica.

Sigamos adelante hermanos(as). Abracemos la Cruz que adorábamos el Viernes Santo, y así abrazaremos las contrariedades de la vida que estamos viviendo. Vivamos en “Vigilia Pascual” para estar atentos a lo que el Espíritu quiere suscitar en nosotros. Es el único capaz de provocar y motivar a crear nuevos espacios y maneras de fraternidad, de acogida, de solidaridad. Que podamos, como las Santas Mujeres, asir los pies del Resucitado y lo adoremos, escuchando su voz que nos dice: “No teman”. Vayan y avisen a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt.28,9b-10). Descubramos la “Galilea” a la que tenemos que ir para ver al Señor.

Ya estamos en tiempo Pascual, tiempo en que tendremos que ingeniarnos más para que ese apoyo samaritano y misericordioso siga estando presente a pesar de los escasos medios con los que podemos socorrer a los más vulnerables. Son pequeñas “caricias” del Señor, con las cuales tenemos que estar con los más débiles.

Hay que mirar el futuro con Esperanza, viéndolo como ocasión para seguir construyendo fraternidad y solidaridad, afianzados en nuestra Fe, la Oración y la Esperanza que no defrauda.

Que Jesús Resucitado, su Espíritu, sea nuestra Fuerza, nuestra Esperanza, y nos dé la Sabiduría para saber situarnos ante esta realidad y responder con generosidad, desde nuestras posibilidades.

Que el Aleluya de la Pascua nos llene de alegría, de Esperanza, y que Nuestra Madre del Cielo, María de Nazaret, nos acompañe siempre.

Un fuerte abrazo fraternal y agradecido,

Su hermano,

+ Carlos Curiel Herrera

Obispo Auxiliar de Cochabamba

Área de Comunión Eclesial CEB – Sección Vida Consagrada

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