María madre nuestra, alienta nuestra fe.

La virgen María en este mes es recordada en muchas comunidades, justamente porque es el mes de María. Hay muchos argumentos de tradición por la que se recuerda a María en mayo, pero para muchos de América Latina, es por el 13 de mayo, cuando la Virgen María se apareció en Fátima. También en varios países de América Latina se celebra el día de la Madre. Por eso creo que la devoción mariana está muy bien encarnada para rezar y celebrar la vida y amor de María en Historia de la Salvación.

La comunidad católica, se organiza en grupos de oración, principalmente la legión de María que hay en varias parroquias, se disponen al rezo del Rosario y de pedir intercesión a la madre del salvador para que nos guie en la vida cotidiana de las familias.

El rezo del rosario lo hacen las comunidades, unas a la madrugada, otras en los diferentes, grupos o en las noches, antes de la misa. La idea es pensar en María que acompañada cada momento de la comunidad y de la familia.

Yo particularmente me dedicó al rezo del rosario diario. Cuando lo hago, pienso en tantos amigos y amigas que me piden una oración. Para mi es la oración que me acerca a la gente, que está lejos y cerca a la vez. Con esta oración, pienso mucho en la debilidad humana, en la libertad que Dios nos da, pero fundamentalmente saber que esta oración me une a Dios en la paz y sencillez del silencio.

También yo aprecio mucho la devoción a la Madre del salvador porque María ha estado en los momentos más profundos de la vida de Cristo. Reflejados en los Evangelios de Lucas y Mateo. Tanto su nacimiento, su infancia y en su propia adolescencia. Ni que decir los momentos de la vida activa de Jesús, ella estuvo en la misión, en medio de las comarcas y comunidades, en medio de los apóstoles, acompañándole al llevar la Buena noticia.  María se presenta como una discípula del Jesús.

Pero mirando a María, la imagen que me quiebra el alma, es cuando ella toma en sus brazos a su hijo, Jesús. María Madre soporta el dolor de la muerte de su hijo. Ella está siendo testigo de todo el misterio de fe del Pueblo, pero en la experiencia de su propio hijo. Tener a su hijo en sus brazos, se convierte en la madre que soportara a todos en sus propios brazos.

Que madre es capaz de tener paz, en este momento. Cómo entender que ella sea la portadora de esta Noticia. Este momento es para nosotros el testimonio más grande. Ella, estuvo con su hijo, hasta el último momento. Por eso Jesús se aparece ya resucitado (Juan 20:11-18). Le pedirá que anuncie a los discípulos que está vivo. Pide a ella para que vayan, ellos a Galilea. Desde ese momento María es misionera, lleva la Buen Noticia. Será por eso que al final tendrá que ser la misionera y llevar a todos los testimonios que Jesús resucito y está en medio nuestro.

Al final María es nuestra madre porque Dios mismo la hizo grande para todos nosotros, Ella fue quien recibió todas las gracias. Así lo recordó su prima Isabel, que le dijo “Dios te salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo (Lc 1, 28). Así ella estuvo siempre con Dios. Y así con la misma gracia nos acompaña. Pero con la misma fortaleza, cada día nos dice: “haced lo que Él les diga” (Jn. 2, 5), es una presencia perenne para cumplir la voluntad del Padre. Hacer la voluntad y seguir lo que Jesús no pida. Es una experiencia de acción permanente. Es María por eso que todo esto lo guardaba en su corazón, Por el misterio de la fe y de la vida estaba, ahí presente. “Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón”. (Lc. 2,19). Al final Jesús nos la dejo, aquí para que sea nuestra madre, cuando le dice al discípulo amado. Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo amado, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, aquel discípulo la recibió en su casa. (Jn 19, 26-27). Que más testimonio queremos porque desde ahí ella está con nosotros.

La Virgen María, es por lo tanto la luz que acompaña nuestra vida cotidiana, la que intercede por cada uno de nosotros, pero principalmente, nos empuja a amar profundamente a Dios. GSP.

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