La comunidad de San Martin de Porres vivió su experiencia de Corpus Christi. La celebración se realizó a las 08:00 de la mañana y estuve presente la comunidad muy bien representada. Niños, jóvenes y adultos. Juntos para vivir esta experiencia de fe.
En la reflexión del día, se enfatizó la necesidad de entender el misterio de la eucaristía, pero desde la perspectiva de Jesús, que él quiso en varios momentos mostrarnos la forma de su presencia. De estar en medio de nosotros compartiendo su propia vida.
El Evangelio de hoy justamente nos invita a recordar todas las palabras de Jesús. Que estando con la gente siempre sentía la compasión, ese sentimiento que te interpela de todo lado, a ser muy comprometido con la causa del que sufre, del necesitado. Un momento de mirar la realidad de ver como estamos. Por eso el señor está ahí sensible al alimento de los demás. Por eso es que pide a los discípulos que les den de comer. Es decir, que Jesús no nos deja sin comer, quiere que estemos siempre con el pan del día y alimentados como Dios manda.
Al tomar los cinco panes y los dos pescados, es la ofrenda que en ese momento tienen los discípulos, y desde ahí, se puede transformar, desde lo poco podemos compartir. Desde lo poco se puede dar al otro lo que le corresponde, es decir, que Jesús hará que este pan llegue a todos y que nadie se quede sin comer.
Los gestos de Jesús: dio gracias a Dios, lo partió y lo repartió, las tres actitudes de toda la vida. Por eso todo hombre siempre debe de agradecer a Dios por el alimento, por la comida por su presencia, por su amor, por nuestra fe. Pero al partir el pan, es la actitud también que el mismo se ofrece como alimento él se da a cada uno de nosotros. El partir el pan significa que estamos ya unidos en el desde ese momento. Su alimento es para nosotros razón de vida. Su cuerpo y su sangre son para nosotros la razón de amor. Finalmente, al repartir se consuma todo. Porque nadie puede quedarse sin comer, todos estamos con el pan del cielo ya repartido en medio nuestro.
El sacerdocio de Jesús, al inaugurar el sacrificio vivo y perenne, lo transmitirá a todos los sacerdotes, él es el primero, desde el partió toda la vida de amor y de fe en la Eucaristía. Porque Jesús desde ahora o desde ese momento vive con nosotros. Y nosotros con el así que su alimento nos mantendrá hasta que vuelva.
Por eso este día no es más ni menos que el día en que todos podemos ponernos a pensar que Jesús nos da su pan para que como comunidad disfrutemos abiertamente de todos los valores que nos da. De ahí que al vivir la eucaristía actualizamos todo y la hacemos vida. Porque ebn la eucaristía actualizamos la presencia de Jesús en medio de nosotros. Reproducimos lo que él vivió al término de su vida, plena e intensamente fiel al proyecto de su Padre, es la experiencia privilegiada que necesitamos para alimentar nuestro seguimiento a Jesús y nuestro trabajo para abrir caminos al Reino.
Al final este alimento nos da fuerzas para lograr el proyecto de Dios, nos impulsa a vivir con intensidad cada uno de los compromisos. Porque todo el que come y bebe la sangre de Jesús, tendrá vida Eterna, O sea que nuestro compartir y trabajar anunciando a Jesús, nos acercará a nuestra propia salvación.
Procesión con el Santísimo Sacramento.
Terminada la celebración y en medio de cánticos, oraciones y meditación el pueblo y feligreses de la comunidad acompañaron al Santísimo Sacramento, el cuerpo de Cristo. Se oró por las familias que necesitan cada día la luz, para fortalecer sus lazos, pero también por la familia que están pasando momentos difíciles. También se oró por lo enfermos, sobre todo los que están en momentos delicados o en etapa terminal para Dios desde su infinita misericordia, sane y los devuelva la fortaleza de vivir.
Estuvieron presente los niños y padres de la primera comunión que los ornamentaron a los niños con símbolos eucarísticos para poder representar el sentido de la fiesta.
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