Gualberti: No habrá desarrollo humano integral, sino respetamos el medio ambiente.

Así lo señaló el Arzobispo Cruceño en el Te Deum de acción de gracias por la efeméride departamental que se celebró en la Catedral metropolitana junto a líderes de las Iglesias cristianas que participan del dialogo ecuménico en Santa Cruz y de las principales autoridades del departamento y la ciudad.

Monseñor Sergio pidió que se respete el medio ambiente para lograr un verdadero desarrollo para el departamento. También invito a edificar la convivencia social y política sobre la base de los valores de la verdad, la justicia, la libertad y el amor.

 

Homilia de Mons. Sergio Gualberti

Pronunciada el domingo 24 de septiembre de 2018. 

Celebramos con mucha alegría los 208 años del grito libertario de nuestra querida Santa Cruz, conscientes de que la Ciudad, el Departamento y el sistema de vida del que gozamos son frutos del largo camino que va concretando el sueño de nuestros antepasados que se lanzaron en la lucha por una tierra libre, soberana y auto determinada. Un sueño a reafirmarse constantemente por todos nosotros juntos, a hacerlo nuestro con audacia y renovarlo con creatividad y en fidelidad a los principios y valores perennes de la convivencia democrática y pacífica.

Un camino que se fundamenta sobre el principio inalienable de la dignidad de toda persona humana, que tiene su raíz y su garantía en el designio creador de Dios que nos ha hecho a imagen suya y en el plan redentor de Jesucristo. Nosotros no somos solamente algo, sino “alguien”, capaces de conocernos, de darnos libremente y de entrar en comunión con Dios y con las otras personas.

Este camino hacia una sociedad justa y en paz puede ser realizado sólo en el respeto de la dignidad trascendente del ser humano, hecho que nuestros antepasados bien entendieron al poner el nombre de la “Santa Cruz” a nuestra ciudad. Dignidad que es la clave para la solución a todo problema humano y social y para iluminar y apreciar también la grandeza sublime de la vida terrena y de los esfuerzos con que procuramos nuestro desarrollo humano integral.

Desarrollo humano integral que no puede darse sin el respeto del medio ambiente y de la naturaleza, basada en una mística y espiritualidad liberadora, en el horizonte de la solidaridad universal entre el ser humano y todas las criaturas vivientes.

No puede haber verdadero desarrollo humano y social sin el cuidado del medio ambiente, en el que todos debemos estar involucrados desde los aspectos más cotidianos de nuestra vida como en los grandes proyectos.
Desde la dignidad trascendente de la persona, se desprenden todos los valores humanos y sociales. Esta mañana me limito a unas breves pinceladas a los cuatro esenciales: la verdad, la libertad, la justicia, el amor.

1° La verdad ocupa un lugar central en la enseñanza de Jesús que se autodefinió como la Verdad “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Verdad que devuelve la libertad a quienes están esclavizados por el error o por el mal: “La verdad los hará libres”. Así entendida la verdad es un valor fundamental que construye la sociedad y la actividad humana, posibilita el diálogo e ilumina sobre la moralidad de los comportamientos de los ciudadanos y de los grupos sociales. Sin la verdad caeríamos víctimas de muchos errores y bajo la tiranía del relativismo, el fundamentalismo, la intolerancia e incluso de violencia.

2° La libertad. Según el Evangelio, la libertad es fruto de la verdad y es la sublime dignidad de cada persona. El valor de la libertad, como expresión de la singularidad de cada ser humano, es respetado cuando, a cada miembro de la sociedad, le es permitido realizar su propia vocación personal. Libertad en lo personal, pero también de normas y gestos impropios de la autoridad cuando invade la sacralidad de la persona o el fuero interno.

3° La Justicia es también dimensión fundamental de la vida humana en la tierra, de la existencia y coexistencia de las personas, las comunidades humanas, las sociedades y los pueblos.

Toda persona que busca sinceramente la justicia, se abre a Dios, que “es la justicia misma”. Hoy más que nunca en nuestro país se eleva un clamor ensordecedor que pide una reforma estructural de la justicia, entendida como valor humano garante del valor de la persona, de su dignidad y sus derechos, elemento indefectible para la paz.

4° La vía de la caridad. Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad, la expresión plena del mandamiento del amor al prójimo que Cristo nos ha dado. Ninguna legislación, ningún sistema de reglas o de acuerdos lograrán persuadir a hombres y pueblos a vivir en la unidad, en la fraternidad y en la paz, sin la vía de la caridad y la solidaridad.

Sobre estos valores podremos construir una sociedad, reconciliada, que logre vivir una verdadera amistad social. Esto exige un cambio en nosotros como decía Gandhi: “Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”, y un cambio en la escala de valores y un verdadero rearme moral, conscientes de que toda verdadera revolución es siempre una revolución moral. Si, por el contrario, los objetivos éticos y sus valores no se los toma en cuenta o se los traiciona en el ejercicio del poder, esos proyectos socio-políticos terminan en el fracaso.

Hagamos esta mañana todos juntos el compromiso de poner todos nuestros esfuerzos para construir una sociedad siempre más democrática, justa y en paz conforme a esos valores imperecederos, respondiendo a la invitación de Dios a unirnos y a caminar juntos. Lo haremos en breves instantes a manera de oración. Amén.

Oficina de prensa de la arquidiócesis de Santa Cruz

Graciela Arandia de Hidalgo

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