«Si hombres, mujeres y niños son objeto de trata, esto se debe en última instancia a que existe una gran demanda que hace que su explotación sea rentable», por ese motivo, para eliminar este flagelo se necesita un «enfoque mundial coordinado». «Los que generan esa demanda, así como los que la apoyan, también comparten una responsabilidad real en estas deplorables empresas delictivas». Palabras de Mons. Ivan Jurkovič, al comentar el Informe de la Relatora Especial sobre la trata de personas, mujeres y niños.
La guerra contra la trata sólo puede ganarse mediante una acción internacional concertada, que no puede limitarse a medidas represivas contra los traficantes: también debe intervenir en el lado de la demanda. Así lo reiteró el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Monseñor Ivan Jurkovič, hablando este viernes en el 44° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos que se lleva a cabo del 30 de junio al 17 de julio de este 2020.
Al comentar el informe presentado en la sesión de este viernes por la Relatora Especial sobre la trata de seres humanos, especialmente de mujeres y niños, el Representante Pontificio subrayó que la mejora de «los mecanismos de protección, rehabilitación y reinserción de las víctimas» es una prioridad absoluta.
A pesar de los progresos realizados en la erradicación de este flagelo, las cifras hablan de una situación todavía dramática: «la trata de seres humanos en sus diversas manifestaciones -entre las que Monseñor Jurkovič recordó el tráfico de recién nacidos y madres de alquiler- sigue siendo una llaga profunda en la humanidad contemporánea», como destacó el año pasado el Papa Francisco en la Conferencia Internacional del Vaticano sobre esta cuestión. Esto es alimentado por la pobreza, la corrupción, la falta de educación y oportunidades y, en los últimos meses, también por la pandemia de Covid-19.
«Este es un verdadero flagelo para nuestras sociedades porque niega la dignidad de la víctima, tratándola sólo como una moneda de cambio para explotar». En este sentido, añadió el nuncio, es una de las expresiones más dramáticas de esa «cultura del descarte» tan a menudo denunciada por el Papa Francisco.
También para la Santa Sede, la única manera de erradicar definitivamente un fenómeno que es manejado por la delincuencia organizada internacional es la acción concertada a nivel mundial: se necesitan «coaliciones de buena voluntad» y dar el ejemplo. A este respecto, Monseñor Jurkovič señaló la incansable labor de muchas organizaciones confesionales de todo el mundo dedicadas a la prevención y a salvar, rehabilitar y ayudar a las víctimas a reintegrarse en la sociedad.
Además, según la Santa Sede, el flagelo de la trata sólo puede erradicarse si se pone fin a la demanda: «Los que generan esa demanda comparten las mismas responsabilidades que estas deplorables empresas criminales» que gestionan la trata, dijo el Observador Permanente para concluir.
Lisa Zengarini – Ciudad del Vaticano
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