Al dar su bienvenida a los seminaristas de Agrigento, acompañados por su Arzobispo, el Cardenal Montenegro, Francisco les ofreció algunas ideas hablando espontáneamente e invitando a que lean el discurso que les había preparado
En el discurso que el Papa había preparado para esta ocasión ofreció cuatro ideas a estos cuarenta seminaristas que se dieron cita en la Sala del Consistorio.
El icono bíblico
“Ante todo, el icono bíblico: el Evangelio de los discípulos de Emaús”. Y explica que deseaba volver a entregarles este icono porque ha guiado todo el trabajo de la última Asamblea Sinodal y puede seguir inspirando su camino.
“Y precisamente camino es la primera palabra-clave: Jesús Resucitado nos encuentra en el camino, que al mismo tiempo es la vía, es decir, la realidad en la que cada uno de nosotros está llamado a vivir, y es el recorrido interior, la vía de la fe y de la esperanza, que conoce momentos de luz y momentos de oscuridad”.
El Señor nos encuentra, nos escucha y nos habla
La segunda palabra-clave es escuchar. Sí porque “nuestro Dios es Palabra” y, al mismo tiempo, “es silencio que escucha”. “Jesús es la Palabra que se ha hecho escucha, acogida de nuestra condición humana”. De ahí que cuando aparece junto a los dos discípulos camina con ellos escuchándolos, y también estimulándolos a sacar lo que tienen dentro, su esperanza y su decepción.
“Y esto, en su vida del seminario – recuerda Francisco – significa que en el primer lugar está el diálogo con el Señor, hecho de escucha recíproca: Él me escucha a mí y yo lo escucho a Él”. Sin ficciones y sin máscaras.
El seminario como lugar de discernimiento
“La tercera palabra-clave es discernimiento. El seminario es lugar y tiempo de discernimiento. Y esto requiere acompañamiento, como hace Jesús con los dos discípulos y con todos sus discípulos, en especial con los Doce”.
Francisco afirma también que muchos de los problemas que se manifiestan en la vida de un sacerdote se deben a una falta de discernimiento en los años del seminario, si bien no todos, y no siempre, pero sí tantos. Por esta razón escribe que “el misterio de la vocación y del discernimiento es una obra de arte del Espíritu Santo, que requiere la colaboración del joven llamado y del adulto que lo acompaña”.
La dimensión sinodal de la misión
“La cuarta palabra – explica el Santo Padre – lo sabemos, es misión; y el Sínodo de los jóvenes ha valorizado mucho la dimensión sinodal de la misión, es decir el hecho de salir juntos al encuentro con los demás”. Y destaca la tentación existente de ser excelentes misioneros individuales.
De ahí que el Papa haya escrito que ya desde su estado de seminaristas se puede caer en esta tentación. La de sentirse buenos porque son brillantes a la hora de predicar o de organizar eventos, o en las bellas ceremonias, descuidando el testimonio de la comunión y de la colegialidad.
El Pontífice se despidió de estos queridos seminaristas pidiendo al Señor y a la Virgen María que los acompañen, y tras impartirles su bendición apostólica, les pidió que no se olviden de rezar por él. María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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