El Papa Francisco celebró este viernes la Misa inaugural del encuentro “Libres del miedo”, en la cual animó a los fieles a no tener miedo de la llegada de migrantes y refugiados “que llaman a nuestra puerta en busca de protección, seguridad y un futuro mejor”.
El Santo Padre se trasladó desde el Vaticano a la Fraterna Domus de Sacrofano para inaugurar el encuentro “Libres del miedo”, organizado por la Fundación Migrantes, la Caritas Italiana y el Centro Astalli. El evento se realiza durante este fin de semana.
Durante su homilía, el Santo Padre dijo que la riqueza de las lecturas elegidas para la Eucaristía podía resumirse en la frase “No tengan miedo”.
Francisco se refirió al pasaje del Libro del Éxodo en el cual Moisés invitó a los israelitas a no tener miedo porque el Señor está con ellos: sean fuertes y verán la salvación del Señor, el cual hoy actuará para ustedes.
“El largo viaje a través del desierto, necesario para alcanzar la Tierra prometida, comienza con esta primera grande prueba. Israel es llamado a mirar más allá de las adversidades del momento, a superar el miedo y a volver a poner la confianza plena en la acción salvífica y misteriosa del Señor”, dijo el Pontífice.
Luego, el Papa se refirió al pasaje del Evangelio de San Mateo en donde los discípulos, turbados y con miedo, gritan al ver al Maestro caminando sobre las aguas, pensado que es un fantasma. “Sobre la barca agitada por el viento fuerte, ellos no son capaces de reconocer a Jesús; pero Él los tranquiliza y les dice: Ánimo, soy yo, no tengan miedo”, indica Francisco.
A través de estos episodios bíblicos, el Santo Padre explicó que “el Señor nos habla hoy y nos pide que nos liberemos de nuestros miedos. ‘Libres del miedo’ es precisamente el tema elegido para su reunión”, recordó.
“Libres del miedo, el miedo es el origen de la esclavitud, los israelitas preferían ser esclavos por el miedo, también el origen de toda dictadura porque en el miedo del pueblo crece la violencia de los dictadores”, afirmó el Papa.
De este modo, el Pontífice dijo que “ante la maldad y la fealdad de nuestro tiempo, nosotros también, como el pueblo de Israel, tenemos la tentación de abandonar nuestro sueño de libertad. Sentimos miedo legítimo ante situaciones que nos parecen sin salida. Y no son suficientes las palabras humanas de un líder o de un profeta para tranquilizarnos, cuando no conseguimos sentir la presencia de Dios y no somos capaces de abandonarnos a su providencia”.
“Nos cerramos en nosotros mismos, en nuestras frágiles seguridades humanas, en el círculo de las personas amadas, en nuestra rutina tranquilizadora. Y al final, renunciamos al viaje hacia la Tierra prometida para volver a la esclavitud de Egipto” y esto aumenta “nuestro miedo hacia los otros”, señaló el Papa.
Frente a los migrantes
Francisco dijo que “esto es particularmente notable hoy en día, frente a la llegada de migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de protección, seguridad y un futuro mejor. Es verdad, el miedo es legítimo, en parte porque falta preparación para este encuentro”.
El Pontífice citó el mensaje de la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados para recordar que “no es fácil entrar en la cultura de los demás, ponerse en la piel de personas tan diferentes a nosotros, entender sus pensamientos y experiencias. Y así, a menudo, renunciamos al encuentro con el otro y levantamos barreras para defendernos”. “Renunciar a un encuentro no es humano”, añadió.
Por ello invitó “a superar el miedo para abrirnos al encuentro. Y para hacer esto, no son suficientes las justificaciones racionales y los cálculos estadísticos”.
Recordó que “Moisés le dijo al pueblo frente al Mar Rojo, con un enemigo feroz que lo está siguiendo: ‘No tengan miedo’, porque el Señor no abandona a su gente, sino que actúa misteriosamente en la historia para realizar su plan de salvación. Moisés habla así simplemente porque confía en Dios”.
De este modo, “el encuentro con el otro, entonces, es también un encuentro con Cristo”, porque Jesús “llama a nuestra puerta hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo ser recibido y asistido”.
En este sentido, el Papa explicó que “nosotros también, como Pedro, podríamos ser tentados y poner a prueba a Jesús para pedirle una señal. Y tal vez, después de algunos pasos vacilantes hacia Él, ser nuevamente víctimas de nuestros miedos. ¡Pero el Señor no nos abandona!”.
“Aunque si somos hombres y mujeres de ‘poca fe’, Cristo continúa a extender su mano para salvarnos y permitirnos encontrarnos con Él, un encuentro que nos salva y nos devuelve la alegría de ser sus discípulos”, aseguró el Santo Padre, que invitó a “agradecer a aquellos que nos brindan la oportunidad de este encuentro, es decir, a los ‘otros’ que llaman a nuestras puertas, ofreciéndonos la oportunidad de superar nuestros temores para encontrar, para recibir y ayudar a Jesús en persona”.
Además, el Papa se dirigió a quienes “han tenido la fuerza de liberarse del miedo, quien ha experimentado la alegría de este encuentro” para decirles que están llamados a anunciarlo “abiertamente, para ayudar a otros a hacer lo mismo, predisponiéndose al encuentro con Cristo y a su salvación”.
Por último, el Santo Padre dijo que este servicio es “una gracia que trae consigo una misión, fruto de la completa confianza al Señor, que es para nosotros la única certeza verdadera” y animó a hacer suya la oración del pueblo redimido: “Mi fuerza y mi canto es el Señor, Él ha sido mi salvación”.
Al finalizar la Misa, el Papa agradeció a cada uno lo que hacen y los animó a seguir “adelante, no tengan miedo, el Señor les bendiga”, concluyó.
Deja un Comentario