Mons. Carlos Curiel: La fe y nuestro ser Iglesia en medio de la Pandemia

Mons. Carlos Curiel Herrera. Obispo Auxiliar de Cochabamba, Médico Cirujano, da algunas recomendaciones para enfrentar la pandemia, y vivir la fe y nuestro ser Iglesia, infundiendo esperanza, activando la solidaridad e impulsando la oración.

Cuarentena dinámica incrementa el riesgo de expansión del COVID – 19

La situación del COVID19 en Bolivia, como en todo el mundo, la veo con mucha preocupación, porque aún no se sabe a ciencia cierta el comportamiento de este virus y no sabemos el riesgo de expansión al entrar en cuarentena dinámica. Si no tenemos mucho cuidado, y el porcentaje de población afectada sube de golpe, esto será inabordable. Va a depender mucho del sentido común, el sentido de responsabilidad de cada ciudadano en adoptar las medidas que conocemos para evitar el contagio, la expansión.

Recomendaciones para enfrentar el Coronavirus

Es muy importante que todos tomemos conciencia de la gravedad del problema. Es fácil decir que el sistema de salud, los sistemas epidemiológicos, fracasaron, pero fracasamos muchos de nosotros. Hace falta que el sistema de salud sea organizado, operativo, bien asesorado, sabiendo que tiene que invertir en riesgos de baja probabilidad, es decir, se necesitan pruebas diagnósticas oportunas y ágiles, aun sabiendo que muchas podrán ser negativas, pero será una manera importante de detectar riesgos. Siguen siendo muy importantes, y determinantes, las medidas que tomemos y cómo actuemos en esta situación. Si mantenemos las medidas de distanciamiento social, la higiene frecuente de manos, uso del barbijo, entre otras, podremos controlar mejor la transmisión. No salgamos de casa, salvo necesidades importantes y urgentes, tomando las debidas medidas de bioseguridad.

La Fe y nuestro ser Iglesia en medio de la pandemia

Nuestra fe, nuestro ser Iglesia, demanda la necesidad de vivir y celebrar los Sacramentos. Sin embargo, al no poderlos vivir presencialmente, recurrimos a nuestra Fe en el Dios de la Vida que nos dice por medio de su Palabra: “Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y Verdad, porque así quiere el Padre que le adore” (Jn.4,23). Esto quiere decir que la adoración a Dios no se debe limitar a un lugar geográfico, a un espacio físico. Esto no quita el lugar privilegiado, más no exclusivo, de encuentro con Dios y con los hermanos, que es el Templo. No excluye, ni sustituye, la importancia y la verdad del encuentro con Jesús en los Sacramentos. Todo esto lo posibilita el Espíritu Santo que nos ha sido dado en cumplimiento de la promesa de Jesús. Si creemos esto, la Comunión Espiritual tendrá sentido, tendrá lugar real en nuestros corazones, en nuestra Vida. “Y la Esperanza no falla, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha sido dado” (Rom.5,5). Y también: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” Jn.14,23.

Las familias, renueven su fe en el Dios de la Vida, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Escuchen su Palabra, esa Palabra que es Vida en Él, que es Esperanza, que es Amor, medítenla y traten de vivir fundamentados en ella, recordando lo que Jesús nos dice: “”«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.” (Mt. 7,24-25). Ayúdense unos a otros a enfrentar y transitar esta crisis readaptando rutinas pidiendo a Dios paciencia, infundiendo esperanza, activando la solidaridad e impulsando la oración. Oren en familia. Aprovechen, los que tienen posibilidades, los espacios de oración, celebraciones, que se dan por las redes sociales. Estrechen los lazos de amor entre los miembros de familia, si hay algo que reconciliar, reconcíliense en profundidad, y vivan un Pentecostés renovado, donde, desde la diversidad de carismas puestos al servicio de la familia, fortalezcan la unidad de la misma. Cuídense mutuamente, y de manera especial a los más vulnerables. Incentiven la solidaridad hacia aquellos que están sufriendo más la pandemia y sus consecuencias, y pidan a Dios la Sabiduría para saber ubicarse en este momento difícil y responder con generosidad.

Infundamos esperanza

Debemos tomar conciencia de que esto es un problema muy serio, que no ha pasado, que sigue entre nosotros, y que la “mecha” para que la pandemia prenda de nuevo es muy corta si la población descuida las pautas para frenarla. Debemos asumir nuestra responsabilidad, protegernos y proteger a los demás. Asumir con responsabilidad las medidas de bioseguridad. Contribuyamos todos en afrontar la pandemia, y sus consecuencias. Como nos decía el Papa Francisco: “debemos remar juntos”, activemos la solidaridad, desde nuestras posibilidades, sobre todo hacia aquellos más vulnerables, que están padeciendo más por esta enfermedad y sus consecuencias sociales, políticas y económicas. Infundamos esperanza, cuidándonos de no sembrar pánico, sino corresponsabilidad.

Fuente Iglesia VIVA

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