Contra la hipocresía y la doble vida

La necesidad de transformación del corazón.

Retomamos este domingo la lectura del Evangelio de Marcos (Mc 7,1-8a. 14-15. 21-23) y nos encontramos con un texto en el que Jesús apunta claramente hacia la transformación del corazón humano, haciendo una crítica fuerte al mundo fariseo, aferrado a las tradiciones humanas de contenido cultual y de estilo puritano que no corresponden con la verdadera fe en Dios. Jesús los califica de hipócritas y confirma que su corazón está lejos de Dios, pues practican un culto exterior y de apariencias sin considerar que el culto que Dios quiere es la transformación del corazón, pues en el corazón es donde anidan las verdaderas impurezas que destruyen al hombre: los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.

 Frente a todo tipo de vicios la palabra del Evangelio es regeneradora.

La erradicación de cada uno de los vicios contenidos en este catálogo para llevar una vida auténticamente cristiana se orienta hacia las raíces de lo que el Papa Francisco denomina un cambio redentor cuando pide a todos el cambio del corazón. Ese catálogo de vicios es una forma literaria frecuentemente utilizada en los catálogos morales del Nuevo Testamento. La mayor parte de los vicios aquí enumerados aparecen también en las series de Rom 1,29-31; 1 Cor 5,8; 2 Cor 12,16-20; Gál 5,19-21; Col 3,8; 1 Tim 6,4; Tit 3,3. Esto es indicio de la existencia de un esquema formal de ruptura con el modo de vida anterior a la experiencia de la fe en Cristo, que probablemente formaba parte de catequesis de la comunidad cristiana primitiva. Ante todos esos vicios como males que atrapan al ser humano en sus relaciones con los demás, es importante oír la llamada a la conversión para que nadie desoiga la palabra de la verdad, la palabra del Evangelio, que quiere generar en nosotros un corazón nuevo, a partir del cual se pueda dar un cambio en las personas y en las estructuras sociales.

La carta de Santiago critica radicalmente la doble vida y la incoherencia personal .

En esta misma perspectiva se sitúa la carta de Santiago. La mayor crítica radical del Nuevo Testamento a la doble vida y a la ambigüedad mediocre se encuentra en esta carta. Escrita probablemente a finales del s. I, de carácter didáctico y con una orientación ética propia de un maestro de la comunidad cristiana, que, en coherencia con su fe en Cristo, en el lenguaje sapiencial y bíblico del hombre religioso y con la fuerza crítica e interpelante del profeta, Santiago responde a algunos problemas candentes de aquel momento, y también del nuestro, saca las consecuencias fundamentales del mensaje de Jesús en orden a una vida auténticamente cristiana y alza su voz de alerta ante la posibilidad de que la religiosidad se convierta en una farsa, la palabra en un veneno mortal, la ley en una trampa, y la fe inoperante en un cadáver. Santiago hace una llamada a vivir el espíritu cristiano dentro y fuera de la comunidad bajo el signo de la autenticidad, con coherencia de criterios y con un rotundo rechazo a la doble vida (Sant 1,8; 4,8). 

La doble vida está en el origen de los abusos sexuales a menores.

La doble vida puede ser una de las señales de la hipocresía de nuestro tiempo en el ámbito moral, que está a la base de todo tipo de corrupciones, engaños y frivolidades. Sin embargo entre sus peores manifestaciones se encuentra sin duda, en el interior de la misma Iglesia, el fenómeno de los abusos sexuales a menores perpetrados por personas de gran responsabilidad eclesial como son los clérigos. La pederastia y la pedofilia, junto a los abusos de poder y de conciencia, están siendo afrontados contundentemente por el papa Francisco de la manera más digna posible, es decir, pidiendo perdón a las víctimas y al mundo por el terrible daño cometido, investigando a fondo y con firmeza los delitos para actuar en consecuencia, y finalmente marcando pautas de prevención en los procesos de formación y preparación de los clérigos. 

La palabra de Dios requiere capacidad de escucha y audacia

Frente a la doble vida, al engaño y a la corrupción, en el fragmento epistolar que hoy se lee en la Iglesia (Sant 1,17-27) la Palabra de Dios es protagonista. La palabra creadora y salvadora de Dios transforma al hombre convirtiéndolo en primicia de las criaturas. La escucha activa de esta palabra de Dios revela al hombre su identidad más profunda y constituye el camino de la auténtica felicidad. La exhortación de Santiago exige dos actitudes básicas también en nuestro tiempo: la disponibilidad para escuchar y acoger la palabra, sobre todo, la palabra de la salvación injertada en nosotros; y la audacia para ponerla en práctica. Esta palabra, que se identifica con la ley perfecta de la libertad (Sant 1,25), es el mensaje del evangelio por el que los bautizados hemos nacido a una vida nueva. En medio de la sobreabundancia de palabras de nuestra sociedad esta carta actualiza un nuevo valor: la escucha; y frente a la superficialidad pasajera de tanta palabrería la propuesta de tomarnos muy en serio la palabra salvífica. Poner en práctica esta palabra implica, por tanto, la ruptura con todo tipo de ambición, de ira o de maldad y requiere la integridad de una conducta que corresponda a la identidad de hijos de Dios (Sant 1,18).

Donde hay engaño no puede haber religiosidad auténtica 

El capítulo concluye contraponiendo la religiosidad vacía a la religiosidad auténtica, pura y sin tacha (Sant 1,26-27). Continuando con el tema de la palabra, planteado anteriormente, estos versículos abordan un problema real y siempre actual: la palabrería o el descontrol de la lengua puede afectar a la religión hasta reducirla a unas prácticas de piedad, a una religiosidad puramente externa, a una cuestión teórica o a una desvinculación entre la fe y la vida. Es el peligro que encierra todo lenguaje formalista y desencarnado de la vida y de la historia, de lo cual no está exento el cristianismo desde sus comienzos. Por ello la respuesta de la carta es tajante: no se puede hablar de experiencia religiosa mientras exista algún tipo de engaño o autoengaño, o se pretenda legitimar, sólo con palabras, conductas que desdicen mucho del evangelio o van contra el prójimo o contra los más necesitados, especialmente las enumeradas en el Evangelio de hoy, las aludidas en la carta de Santiago y las referidas como escandalosas en el momento actual.

La auténtica religiosidad consiste en atender a los marginados

Contra una religiosidad inoperante y muerta, Santiago describe la religión auténtica según Dios Padre: atender a los marginados e indefensos, de los cuales eran prototipo, desde el Antiguo Testamento, los huérfanos y las viudas (véase Eclo 4,10). A los huérfanos y viudas hay que añadir también a los inmigrantes, tal como hacen las tradiciones legales del Pentateuco y las tradiciones proféticas cuando hablan de la tríada de la pobreza. El culto realmente agradable a Dios es el amor al hermano, haciéndose cada uno prójimo y cercano a los más necesitados. La distancia respecto al mundo no debe entenderse como una huída del mundo porque éste sea malo en sí mismo, sino en cuanto éste se encuentra regido por la ambición y la riqueza, por las apariencias y la doble vida moral, valores opuestos a la palabra de la verdad, en la que los cristianos han sido engendrados para una vida nueva. En el mes de Septiembre, dedicado en Bolivia especialmente a la Palabra de Dios, dejemos que la luz del Evangelio nos haga vivir en una mayor autenticidad y coherencia de vida, poniendo en práctica la Palabra de la verdad, el Evangelio del amor y de la alegría, que genera auténticos procesos de cambio del corazón.

 José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura

 

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