Mons. Pesoa: El progreso y justicia en Bolivia solo se logrará con las armas de diálogo, escucha mutua y paz

La Eucaristía se realizó en la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis de Cochabamba, el domingo 14 de noviembre. Día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de los pobres.

Con este motivo, en su alocución, Mons. Pesoa, recordó que “no solamente es pobre el que padece tantas necesidades materiales, sino aquel que se encierra en su propio yo de manera egoísta”, por ello, reiteró la necesidad de encuentro y reconciliación que existe en el país.

El Obispo destacó también, la importancia de acercarse a los pobres, dialogar con ellos, “en lugar de descalificarlos o despreciarlos.

Presidió la Eucaristía, Mons. Aurelio Pesoa, Concelebraron, Mons. Ricardo Centellas, Vicepresidente de la CEB, Mons. Giovani Arana, Secretario General de la CEB, Mons. Angelo Accattino, Nuncio Apostólico en Bolivia, autoridades eclesiales y participó el Pueblo de de Dios en Cochabamba.

Homilia del domingo 14 de nviembre de 2021

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jornada Mundial de los pobres

Catedral Arquidiócesis de Cochabamba, 14.11.2021

1.- La Palabra de Dios HOY nos despierta e interpela: los tiempos difíciles pueden ser tiempos en los que se está gestando la salvación de Dios. “Será un tiempo de tribulación difíciles, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente.  Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro” (Profeta Daniel)

Sin duda alguna vivimos tiempos difíciles a nivel mundial y en nuestra querida Bolivia.  La Pandemia que todavía estamos enfrentando, con sus consecuencias de enfermedad y muerte, de desempleo y pobreza, nos invitan a la solidaridad de unos con otros. No a culparnos unos a otros, sino a hacer lo que nos toca, lo que tenemos que hacer, con responsabilidad y eficacia. No debemos desanimarnos, sino debemos sostenernos los unos a los otros a través de una verdadera cultura del cuidado de toda persona humana.

2.- Al final de nuestra peregrinación y paso por este mundo, seremos juzgados sobre el amor que hemos puesto en todo lo que hemos hecho, como hoy nos ha dicho el libro de Daniel con su estilo apocalíptico: “Muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia, para el horror eterno”. Qué responsable y santa debería ser entonces nuestra vida, cuanto debemos cuidar la limpieza de nuestros actos y todo lo que hacemos.

En los conflictos sociales que estamos viviendo estos días en nuestra patria Bolivia, se escuchan amenazas, palabras que incitan a la violencia, cuando sería más fácil escuchar lo que no se está oyendo: una invitación al diálogo con todos, a escuchar al otro, porque la Bolivia justa que queremos no se impone por parte de unos a otros, sino que se consensua, se dialoga, se construye con la participación de todos, en un verdadero estilo democrático. La democracia es la primacía de las leyes y no la imposición del poder, por más legítimo que este sea. Para eso las leyes deben ser aceptadas en un verdadero diálogo participativo y creador del consenso.

No vamos a poder construir una Bolivia para todos, sin caminar juntos. El proyecto de una Bolivia en progreso y justicia, tan deseado y tan necesario, no se logrará imponiendo, no se logrará jamás por la fuerza, solo se logrará con las armas del diálogo, la escucha mutua y la paz.

3.- El evangelio de San Marcos que hemos escuchado hoy anuncia el final de todo lo que existe. “En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán”. Este mundo visible pasará y demostrará su inestabilidad, su inconsistencia. Y veremos lo que hoy solo podemos captar por la fe: que Cristo Jesús es el único estable, el que persiste y perdura más allá de este mundo. Es importante entonces fundamentar la propia vida, la existencia, es Jesucristo, el único que perdura más allá de la inestabilidad del mundo presente.

“Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”. Cristo es el único que perdura. El sol se apaga, la luna deja de existir, las estrellas caen, pero el Hijo del Hombre, Jesucristo, perdura más allá de la existencia del mundo que ahora vemos.

Debemos poner la pasión de nuestra vida en Cristo: en construir el Reino, su sueño de mundo y de sociedad. En la construcción de una sociedad justa y fraterna, una sociedad sin excluidos y descartados del progreso. El Santo Padre Francisco en esta Jornada Mundial de los Pobres que celebramos el día de hoy, nos invita a acercarnos a los pobres. A que los pobres no sean frías estadísticas, sino acercarnos a los que sufren, para que ellos nos enriquezcan, en nuestras pobrezas y nos iluminen en nuestras cegueras.

El Papa Francisco nos llama a abrirnos “a un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí donde estén”. Los pobres son los que más han sufrido por la pandemia que estamos padeciendo todavía, los enfermos, los que han perdido a sus seres queridos, familiares y amigos, los que han quedado sin trabajo, los que estos días buscan con esperanza que haya una mayor justicia, los injustamente encarcelados. Qué importante sería acercarnos a ellos y dialogar con ellos y enriquecernos de su experiencia, en lugar de descalificarlos o despreciarlos.

Pero debemos recordar también que; no solamente es pobre el que padece tantas necesidades materiales, sino aquel que se encierra en su propio yo de manera egoísta.

4.- Cuanta necesidad de encuentro existe en nuestro país, cuanta necesidad de reconciliación entre todos.

Al final solo perdurará la Palabra pronunciada por aquel que es el Hijo de Dios, Jesucristo, el Señor. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Todo en este mundo pasará, todo lo que podemos ver, también las ideas políticas pasarán, toda construcción humana, nosotros pasaremos, pero lo que Cristo ha pronunciado en el mundo, su llamada al amor entre todos, perdurará. Su Palabra tiene una consistencia perpetua, por eso, seguimos escuchándola y alimentándonos de ella sin que nunca pase de moda.

La vida de cada uno de nosotros debe fundamentarse en la Palabra pronunciada por Cristo, porque solo ella perdurará, solo ella es la Palabra con capacidad para orientar y conducir a la vida y llevarnos a una vida que no tiene fin, una Vida Eterna.

Si escuchásemos en nuestra vida la Palabra de Dios y no las llamadas del odio, de la revancha, de la violencia, del enfrentamiento entre hermanos bolivianos, la vida se iluminaría y tomaría un sentido nuevo, un nuevo rumbo.

En medio del fragor de las discusiones de estos días, escuchemos la Palabra con mayúsculas, la pronunciada por Cristo y preguntémonos en conciencia: ¿Qué quiere Él? ¿Qué me pide Cristo?

Que Él nos ayude a encontrarnos como hermanos, a escucharnos y buscar juntos los caminos de construcción de una Bolivia y un mundo mejor. Él nos guíe con su acompañamiento continuo.  Así sea

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