Cupo a exportación de carne frena inversión e impulsa el contrabando

En la tierra del ganado no existe la ley. En San Ignacio de Velasco, todos saben y todos callan. Algunos se hacen los de la vista gorda porque algo del dinero generado por el contrabando de ganado les llega a ellos y muchos, o más bien la mayoría, guarda silencio por el miedo a recibir un balazo. Allá, en la frontera con Brasil, cientos y cientos de reses pasan de un país al otro; como si nada.

“Esto siempre ha existido, pero nadie lo quiere admitir por miedo. Hay mafias peligrosas”, asegura una fuente del lugar que pidió no ser citada.

A solo unos cuantos kilómetros de Brasil, en San Ignacio de Velasco, lo que más abunda es el ganado. Por sus rojizas tierras y verdes praderas pastean casi 500.000 cabezas, número que supera a los 52.362 habitantes del municipio, según datos del último Censo de Población y Vivienda (2012).

La mayoría de las reses son sacadas por el distrito 11 de ese municipio conformado por las comunidades indígenas Patujú, Cerrito, El Marfil, Laguna Santa Rosa, Mercedes de Soliz, Buena Hora, entre otras, que son amenazadas por los contrabandistas.

En los últimos dos años, la ganadería se transformó en el principal sostén de la economía de ese municipio, que en antaño vivía de la extracción de la madera.

Atraídos por la gran población vacuna, desde 2018 capitales nacionales y extranjeros establecieron una moderna industria cárnica para exportar el producto. Por primera vez, en años, el municipio se puso en el mapa de los negocios de forma seria.

about:blank No obstante, este proceso de transformación de comarca rural a zona en desarrollo se vio frenado en abril de este año, cuando el Gobierno estableció cupos para la exportación de carne, aseguran actores de este negocio consultados por El DEBER.

Este hecho, ocasionó que el precio del kilo vivo caiga un –18,18%, pasando de 11 bolivianos a 9. Esta coyuntura incentivó más lo que siempre hubo en esa zona: el contrabando. No obstante, el volumen creció considerablemente por los mejores precios que se ofrecen en Brasil.

Una fuente de la actividad que, por seguridad, pidió no ser citada asegura que todos los días camiones cargados con animales salen de San Ignacio y San Matías rumbo a Brasil, seducidos por los precios altos.

Pasando la frontera, un ternero se vende a 600 dólares; en cambio, en Bolivia el precio apenas llega a los $us 350. Este casi 50% demás, hace atractivo el negocio.

El hecho se hizo tan visible, que incluso desde el vecino país denunciaron la llegada de ganado boliviano. Y no es una denuncia cualquiera, sino la voz institucional de los ganaderos del Estado de Mato Grosso.

El 2 de julio, según el reporte de la Revista DBO, la Asociación de Criadores de Mato Grosso (Acrimat) emitió una advertencia al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa) sobre el ingreso ilegal de ganado de Bolivia.

Esta alerta se hizo a partir de la denuncia de los sindicatos rurales en Vila Bela da Santíssima Trindade, Pontes y Lacerda, y Cáceres.

Incluso, el Instituto de Defensa Agropecuaria del Estado de Mato Grosso (Indea), informó del decomiso y sacrificio de 17 bovinos, los cuales se encontraban sin certificación zoosanitaria y protocolo de comercio internacional.

El comercio de animales entre países es legal, pero demora hasta tres meses, porque durante este tiempo se verifican las condiciones fitosanitarias de los bovinos.

“No estamos en contra de la venta de animales entre países; sin embargo, necesitamos establecer criterios y un protocolo para facilitar este tipo de comercio y eliminar el problema del ingreso ilegal de animales”, dice el veterinario Francisco de Sales Manzi, director técnico de Acrimat, que fue citado por ese medio.

En Bolivia, fuentes del sector señalan que el mayor problema es la falta de control en la frontera, que cubre una extensión de varios kilómetros de distancia.

“Se calculan que unas 30.000 cabezas de ganado se fueron a Brasil desde abril. Hay camiones que aparecen todos los días, es una industria ilegal. Se sabe, corre de boca en boca, es algo que se conoce en el pueblo, pero no se sabe quién es el financista. En una carga normal sale ganado con un valor de 20.000 a 30.000 dólares”, señala una fuente del sector.

Esta misma persona asegura que no es el ganadero el que hace este negocio, sino gente con un fuerte capital que está dispuesto a arriesgar mucho dinero.

La operación comienza de forma legal. El ganadero vende su producto con guías de movimiento que se emiten hasta predios en frontera. Una vez ahí, comienza la segunda etapa del negocio que es la más fina y compleja.

Cuando el ganado es internado en Brasil otro grupo de contrabandistas se encarga de legalizar la operación a través de estancias brasileñas. En esos predios declaran que nacieron varios terneros; que después son revendidos, completando así la operación.

También otro grupo se encarga de recolectar bovinos en pequeñas estancias. Generalmente, este tipo de animales no siguen un control sanitario, pese a ello, también son internados ilegalmente en Brasil.

Ante ello, las autoridades brasileñas alertan que esta situación, puede ocasionar el brote de enfermedades que ya han sido erradicadas en ese país, “como la fiebre aftosa o que están bajo control en el Estado, como la brucelosis”.

No hay información oficial

En San Ignacio de Velasco, los ganaderos indicaron que desconocen el tráfico ilegal de reses.

Johannes Falch, presidente de la Asociación de Ganaderos de San Ignacio de Velasco (Agasiv, sostuvo que no existe información oficial sobre esta denuncia.

Aseguró que, si existe el contrabando, éste debe ser mínimo debido a los estrictos controles que existen a la actividad ganadera.

“Oficialmente, no tenemos conocimiento de esto y no somos la voz autorizada. Es una información que debe manejar el Senasag”, dijo.

No obstante, asegura que el control a las exportaciones del sector mermó la actividad y las inversiones que se hacían en ese lugar.

Por ejemplo, dijo que el sacrificio de reses bajó notablemente en ese municipio que cuenta con el 65% del ganado que se produce en toda la Chiquitania cruceña.

El frigorífico ha cesado su actividad y no tenemos la certeza si va a reiniciar su labor. Antes, había 689 fuentes de empleo directo cuando las exportaciones estaban abiertas”, señaló.

A este problema se suma la pérdida de valor de los animales terminados por la caída del precio del kilo vivo y el valor de los remates hasta en 25 dólares por animal. Esto desde que el Gobierno estableció las restricciones, indica.

Estábamos vendiendo los torillos de ocho a 10 meses entre 190 y 400 dólares. Hoy estamos vendiendo entre 160 y 370, con el peligro de que exista una sobreoferta y bajen los precios”, sostuvo.

Esta restricción afectó a 656 ganaderos registrados en la Agasiv, pero en toda esa región existen hasta 1.400 productores.

El ganadero, José Ardaya, considera que es poco probable que se interne ganado boliviano a Brasil debido a los fuertes controles que existen en ese país.

Al igual que Falch, dijo que las restricciones han frenado las inversiones en toda la actividad e hicieron que el mercado se sature. “Hoy, yo estoy buscando cómo vender 500 cabezas”, dijo.

Incluso, señala que varios ganaderos que solo se dedicaban a la cría de terneros tenían previsto completar el ciclo productivo, para tener mejores utilidades cuando se abrió el mercado para la exportación de carne. Es más, otros ya pensaban en establecer centros de confinamiento. Pero todo esto se detuvo.

En el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) indicaron que no hay ninguna denuncia oficial sobre el contrabando de ganado.

Erwin Chileno, coordinador departamental de Sanidad Animal del Senasag en Santa Cruz, dijo que hasta el momento solo existen comentarios, pero ninguna denuncia formal. “No tenemos un dato exacto de si hay o no hay (contrabando). Se escuchan comentarios, pero no hemos visto, se escuchan esos rumores en la frontera que es muy larga”, dijo.

Pero en febrero, el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Remmy Gonzales, confirmó la existencia del contrabando de ganado a países como Brasil y Perú. Incluso prometió controlar la actividad.

“Ya hemos tomado los recaudos necesarios e inmediatamente se va a controlar”, prometió. La realidad es otra. En San Ignacio de Velasco, y quizás en otras regiones, las reses siguen saliendo una y otra vez como si nada del país, porque no existe la ley en la extensa frontera.

Comisión de Brasil llegará a Bolivia

Según el reporte de la revista especializada DBO, una misión conformada por ganaderos de Brasil y técnicos de vigilancia sanitaria llegarán a Bolivia a fin de mes al país.

Si bien no hay una fecha fija, este grupo conformado por ganaderos, Gobierno y técnicos en vigilancia sanitaria comenzará a delinear un plan estratégico para frenar la venta ilegal de animales desde Bolivia.

La idea es establecer un plan menos burocrático entre los países, bloqueando el comercio ilegal que está creciendo en la región fronteriza.

Se prevé que esta delegación debe estar integrada por representantes de Acrimat, Indea y Mapa (Gobierno brasileño), así como líderes ganaderos de la región fronteriza entre Brasil y Bolivia y representantes del Ministerio de Agricultura y Vigilancia Sanitaria de Bolivia.

Desde hace dos años, Bolivia ingresó al mercado mundial de la carne. No obstante, las exportaciones comenzaron a ser reguladas desde el mes de abril, con la justificación de evitar un desabastecimiento del alimento en el mercado interno. Hasta mayo, las exportaciones de esta proteína llegaron a $us 45,9 millones. “La dinámica se ha mantenido estable. No ha habido cambios notorios. De hecho, incluso se evidencia cierto crecimiento en los montos exportados”, explicó Alejandro Díaz, presidente de Fegasacruz.

FUENTE; EL DEBER.

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