“Olviden los viajes que no son necesarios, las celebraciones que no son imprescindibles. Quédense en casa siempre que sea posible”, dijo ayer la canciller alemana Angela Merkel.
“Lo que sucederá en invierno, lo que sucederá en Navidad, se decidirá en los días y semanas venideros”, advirtió Merkel.
En una Europa que acumula más de 248 mil muertes y más de siete millones de contagios, Alemania era visto como un ejemplo de gestión de la pandemia para muchos vecinos, pero los rebrotes del virus han confirmado que no hay recetas mágicas ni fronteras que valgan.
El país ha registrado 7.830 casos de coronavirus en 24 horas, una cifra que no se vio ni siquiera en la primera ola de la pandemia, aunque en aquel momento no se realizaban tantos test de diagnóstico. Desde que la epidemia llegó al país han muerto 9.767 personas, 33 de ellas el viernes.
“Todos en casa”
En Francia, entró ayer en rigor el toque de queda decretado por el Gobierno entre las 21:00 y 6:00 en varias regiones del país, entre ellas París. En total 20 millones de personas se ven afectadas y las reglas son simples: “Todos en casa desde las 21:00 y hasta las 6:00”, resumió el primer ministro Jean Castex.
En el Reino Unido el país más enlutado de Europa con 43.400 muertos, la mitad de la población de Inglaterra, es decir, unos 28 millones de personas, viven desde este sábado regidos por nuevas restricciones.
En Italia, donde el viernes se superó el umbral simbólico de los 10.000 nuevos casos en 24 horas, la región de Lombardía, en el norte, principal foco del rebrote, cerró a partir de ayer sus bares y restaurantes y suspendió todos los eventos deportivos.
En Bélgica, los cafés y los restaurantes también cerrarán desde el lunes durante un mes y habrá un toque de queda por la noche.
“Semana tras semana, las cifras se multiplican por dos, aumentan sin freno”, dijo el primer ministro Alexander De Croo. Bélgica registra una de las tasas de mortalidad más elevadas del mundo, con 89 fallecidos por cada 100 mil habitantes.
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