“Por eso, anímense y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo”. (1Tes. 5,11)
Estimados sacerdotes, ante todo les hacemos llegar nuestros gratos saludos y buenos deseos de la directiva del Consejo Presbiteral. En este tiempo tan especial, que estamos viviendo se hace necesario mantener unidos y vigilantes. Nadie había imaginado semejante realidad, pero ya lo estamos viviendo y nos estamos dando cuenta que es, a parte de un gran problema, una gran oportunidad. Muchos estamos ansiosos de volver a vivir nuestra vida normal.
Desdés ya hace dos meses estamos en esta situación de confinamientos obligatorio, esta cuarentena ha logrado, que estemos ya 60 días encerrados en nuestras casas y conventos. Durante estos días fuimos escuchando muchas realidades, que se van viviendo como sacerdotes. Algunos están aprendiendo a cocinar, a encontrar el gusto en la culinaria, otros han logrado mejor relación de vida comunitario, pero la mayoría ha tratado de estar muy dinámicamente activo con sus comunidades. Lo que nos ha llevado a conocer la realidad de cerca. Muchos han percibido una situación muy preocupante en nuestra propia gente, porque se ha escuchado de que en algunas zonas de nuestra ciudad hay familias que están totalmente abandonadas y grupos sociales muy vulnerables, desprovistos de alimentos, cobijo y seguridad.
Hemos encontrado experiencias magnificas de solidaridad y de encontró con la gente en las parroquias, en algunas comunidades religiosas y también en la realidad de las organizaciones sociales de nuestras zonas pastorales. Se ha visto de todos lados una iglesia que quiere mantener su espíritu de solidaridad y de responder a este momento. Porque, aparte de ayudas económicas y alimentarias, también se vieron actitudes muy marcadas de un servicio religioso. La respuesta religiosa, mas allá de las misas por internet, logró crear espacios de participación, de rezar en grupos, de hacer reuniones y encuentros esporádicos con sus feligreses. Esta situación, marca otra vez a sacerdotes preocupados por animar a la misma gente en su espíritu de vivir esta cuarentena, sin tener que estar estresados, abrumados y tensos, sino que sepan que a través de la oración, del encuentro fraterno y la misa, puedan sentirse plenamente acompañados.
Pero también con mucha frecuencia hemos escuchado de varios sacerdotes, el grado de precariedad en la están, en este momento, porque los pocos ahorros que tenían, se fueron consumiente e inclusive algunas parroquias que tenían una estructura organizada, con ingresos permanentes, se encuentran seriamente comprometidas porque, como todos sabemos, vivimos también del día. Nuestro sustento diario es la vida cotidiana, las misas, los sacramentos y todo aquello que emana del servicio a la comunidad. Y es que lamentablemente estos dos meses ya vimos una caída estrepitosa de nuestros ingresos, los gastos continúan y las deudas se han ido generando. Como algún sacerdote expreso “se acaban los recursos”. Seguramente este tema será uno de los temas importantes para poder enfrentar una vez terminada la cuarentena, aparte de diseñar estrategias de trabajo, ver las estrategias para tapar los huecos generados.
A Dios gracias no hemos escuchado ningún caso concreto de enfermos en nuestra arquidiócesis, o por lo menos, no se nos ha reportado. Es una preocupación menos, porque sería muy doloroso saber que alguien de nosotros este con la enfermedad critica. Pero es porque hay buen cuidado. Aunque también admiramos a algunos sacerdotes que se han enfrentado al desafío de servir, aun en situación de riesgo. Se han acercado a su comunidad y a la gente con servicio de comida alimentos perecederos y compartiendo con la misma gente las ollas comunitarias.
Durante estos días hemos recibido el apoyo y animo de parte de nuestro arzobispo, y obispos auxiliares, a través de sus diferentes mensajes. Sus palabras han reforzado toda la iniciativa de defender primero la vida. Y También de ser respetuosos con las disposiciones del gobierno. La reunión ultima de párrocos fue muy acertada, esa reunión nos ha permitido escucharnos y tener luces a nuestros pastores para guiar al pueblo, pero también a todos los sacerdotes y comunidades de la iglesia en santa Cruz.
Pensamos que en estos días hemos visto una iglesia al estilo de Francisco, una iglesia en salida, a lado de su gente buscando ser una iglesia autentica, demostrando que la solidaridad y también el acompañamiento a su vida cotidiana nos acerca y nos hace uno. Tal vez con un poco de organización podríamos conseguir otros resultados, pero por ahora estamos caminando con nuestro pueblo y es muy importante.
Ahora nos toca soñar. Es el momento de soñar con mucha inteligencia, Porque como escuchamos y es más que evidente, el Coronavirus no se irá de la vida cotidiana, por lo menos un buen tiempo. Debemos de organizarnos para ver de alguna forma, la respuesta a las diferentes actividades religiosas y pastorales. Tal vez lo ideal sería volver a la normalidad, pero ya no es posible, sabemos que hay peligro de contagio comunitario y es por los factores ya conocidos. Seguramente se diseñará un protocolo en la arquidiócesis y en cada parroquia para que la gente viva su fe en su comunidad, pero eso debemos de hacerlo nosotros.
Lo mismo estamos pensando en lo económico, tal vez tendríamos que pensar cosas muy concretar para acompañar la realidad de algunos sacerdotes. Y ver la forma de ejercer internamente y externamente la solidaridad. La realidad económica será siempre un motivo para dialogar, discutir con apertura y humildad. Para eso es necesario crear las condiciones y los espacios necesarios para poder plantear cosas concretas.
Esperamos encontramos pronto y poder decir nuestra palabra. Les deseamos todo lo mejor.
Que la mamita de Cotoca nos proteja y acompae en este caminar.
Atte.
- Guillermo Siles
- Eulogio Puma
- José Maria Hernando
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