Nuncio en Bolivia llama a defender el planeta, denunciar los daños contra la tierra y cuidar el futuro

En la apertura de la CVI Asamblea de Obispos de Bolivia, este 2 de mayo, Mons. Ángelo Acattino, Nuncio Apostólico en Bolivia, habló acerca del Sínodo Extraordinario de los Obispos. “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, que se desarrollará el próximo mes de octubre en Roma.

En la oportunidad, la autoridad eclesial dijo que el Sínodo busca dar “respuestas concretas al grito de la tierra y al grito de los pobres, que son los que más sienten las consecuencias del maltrato de la naturaleza creada por Dios”, aseguró que el Papa Francisco “quiere despertar en todos, y principalmente en los Gobiernos, la necesidad de buscar medidas económicas concretas y urgentes para nuestra casa común y sobre todo para sus habitantes más relegados y pobres”.

Aclaró que no se trata solo del Papa o la Iglesia quienes ven la problemática de las poblaciones indígenas, se sabe que la Amazonía representan una vasta gama de diversidades lingüisticas y culturales, asimismo expresó que “para nadie es un hecho desconocido la continua explotación irracional y la contaminación ambiental, con graves daños para la humanidad y para el equilibrio ecológico. Es sumamente preocupante que en el mundo una persona sobre cuatro no tenga acceso a fuentes de agua segura, mientras que una sobre tres sobreviva sin servicios higiénicos sanitarios de base (Datos tomados de “L’Osservatore Romano, italiano, del 5 de marzo 2019). La guerra mundial por el «oro azul», ha sido denunciada por el Papa Francisco en ocasión de la Jornada mundial del agua 2018, en la que puso la alarmante cuestión «si, en medio a esta tercera guerra mundial a pedazos, que estamos viviendo, no estaremos yendo hacia la gran guerra mundial por el agua» (22 de marzo de 2018).

Hay que recuperar, por lo tanto, una sana relación con lo creado y esto implica una llamada a una profunda conversión interior y a una conversión ecológica, que exige proteger la obra de Dios, no como algo opcional sino como una responsabilidad ante el Creador, y que pide «conciencia de no estar desconectado de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal» (cfr. Encíclica Laudato si’, 220).”

El Nuncio, pidió enérgicamente: “Defender el planeta denunciando con valentía todo aquello que lo daña es un deber que atañe a todos los que aman esta tierra y cuidan su futuro.”

Extracto del Mensaje del Nuncio Apostólico en Bolivia a la CVI Asamblea Plenaria de Obispos de Bolivia, sobre el Sínodo Extraordinario de los Obispos. “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”:

El Sínodo Extraordinario de los Obispos. “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, es el tema que dará fundamento a una reflexión pastoral abierta al reconocimiento de las diversidades, a la escucha de la realidad amazónica bajo todos sus aspectos culturales y eclesiales. Será un Sínodo Extraordinario que, sin duda, llevará a toda la Iglesia a una toma de conciencia valiente y decidida en el anuncio del Evangelio y en defensa de lo creado y de las poblaciones indígenas. Como en las otras Asambleas, los Padres sinodales estarán reunidos, esta vez del 6 al 27 de octubre próximo, siempre cum Petro ed sub Petro.

Ya el Papa emérito Benedicto XVI, en un mensaje a los jóvenes, en el Estadio de Pacaembu, en San Pablo, se había referido a esta problemática plasmada en el Documento conclusivo de Aparecida, que textualmente dice «el Papa Benedicto XVI llamó la atención sobre la devastación ambiental de la Amazonía y las amenazas a la dignidad de sus pueblos» (85).

 Es evidente que la Encíclica Laudato sì, publicada el año 2015, fue un llamado urgente no solo a la Iglesia católica sino al mundo entero para crear una auténtica conciencia ecológica y cuidar el planeta: “nuestra casa común”. Este fundamental documento del Magisterio Pontificio será, sin duda, un punto de referencia sumamente importante en el desarrollo del inminente Sínodo.

El Santo Padre, siempre directo, busca las raíces de lo bueno y de lo malo que vive la humanidad y por ello, no solo vela por la relación de la persona humana con Dios, con el prójimo y consigo misma, sino también por su relación con todo lo creado. Esta última relación ha sido muchas veces olvidada o, por lo menos, descuidada y maltratada. La cuádruple relación, según el plan de Dios, debería indicar armonía, comunión y paz; lamentablemente no es así. El individuo, fiado de su inteligencia, olvida quien lo creó, no se acerca a los otros con ojos fraternos, sino que, sumergido en su autoreferencialidad, da culto a su “yo” y se convierte en depredador implacable de la naturaleza.

El Papa Francisco, al tomar en consideración precisamente esta última carencia de relación humana con los hermanos más necesitados y con el resto de la creación, constata que seguirán deteriorándose las relaciones del ser humano con la naturaleza por un desmedido y abusivo uso de ella y, por lo tanto, busca a través de este próximo Sínodo respuestas concretas al grito de la tierra y al grito de los pobres, que son los que más sienten las consecuencias del maltrato de la naturaleza creada por Dios. El Pontífice quiere despertar en todos, y principalmente en los Gobiernos, la necesidad de buscar medidas económicas concretas y urgentes para nuestra casa común y sobre todo para sus habitantes más relegados y pobres.

No es solo el Papa o la Iglesia que ven con preocupación la problemática de las poblaciones indígenas. Según la Unesco: éstas «son custodios y especialistas de culturas y de relaciones únicas con el ambiente natural. Representan una vasta gama de diversidades lingüisticas y culturales en el corazón de nuestra común humanidad» (Mensaje de la Directora General de la Unesco en ocasión del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, 9 de agosto de 2017). Está clarísimo que para el Papa Francisco la defensa de las poblaciones indígenas es una preocupación constante y él nos recuerda que estas mismas «representan apenas el 5% de la población mundial, sin embargo cuidan casi el 22% de la superficie terrestre. Viviendo en áreas tales como la Amazonía y el Ártico, ayudan a proteger casi el 80% de la biodiversidad del planeta» (Saludo en el Vaticano, el 8 de marzo 2019, a los participantes de la conferencia internacional sobre “Las religiones y los objetivos de desarrollo sostenible»).

Para nadie es un hecho desconocido la continua explotación irracional y la contaminación ambiental, con graves daños para la humanidad y para el equilibrio ecológico. Es sumamente preocupante que en el mundo una persona sobre cuatro no tenga acceso a fuentes de agua segura, mientras que una sobre tres sobreviva sin servicios higiénicos sanitarios de base (Datos tomados de “L’Osservatore Romano, italiano, del 5 de marzo 2019). La guerra mundial por el «oro azul», ha sido denunciada por el Papa Francisco en ocasión de la Jornada mundial del agua 2018, en la que puso la alarmante cuestión «si, en medio a esta tercera guerra mundial a pedazos, que estamos viviendo, no estaremos yendo hacia la gran guerra mundial por el agua» (22 de marzo de 2018).

Aquel justo señorío que Dios entregó a quien quiso hacer a su imagen y semejanza suya, para que sea administrador sabio y prudente sobre las cosas creadas, encuentra desde siempre, pero más que nunca en estos últimos tiempos, una respuesta indiferente, egoísta y prepotente del destinatario a quien, por lo visto, poco le interesa salir al encuentro de las necesidades elementales de los pueblo pobres.

Al no preservar los recursos naturales creados por Dios para todos, estamos constatando los efectos terribles de una industrialización descontrolada, de una urbanización con proporciones alarmantes, del agotamiento de los recursos naturales y de la contaminación ambiental, entre otros.

Hay que recuperar, por lo tanto, una sana relación con lo creado y esto implica una llamada a una profunda conversión interior y a una conversión ecológica, que exige proteger la obra de Dios, no como algo opcional sino como una responsabilidad ante el Creador, y que pide «conciencia de no estar desconectado de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal» (cfr. Encíclica Laudato si’, 220).

Parece necesario, por lo tanto, que se insista en los encuentros con el Pueblo de Dios y en diálogo con las Autoridades civiles, en esta necesidad de respeto, amor y cuidado por un mundo salido de la bondad infinita de Dios, de modo ordenado y hermoso, que nadie tiene derecho a destruir, pero también en crear la conciencia de que «todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás» (Enc. Laudato si’, 70) .

Defender el planeta denunciando con valentía todo aquello que lo daña es un deber que atañe a todos los que aman esta tierra y cuidan su futuro. (Iglesiaviva.)

 

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