Monseñor Gallagher pide ante la ONU cercanía con los enfermos de tuberculosis, insta a los países a unirse al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y propone frente al Pacto Mundial de Migración “acoger, proteger, promover e integrar”.
El segundo día de Debate General del 73° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas estuvo marcado por temas clave como la lucha contra la tuberculosis, la promoción del Día Internacional para la total abolición de las armas nucleares; también sobre el Pacto Mundial de Migración convocado para el próximo mes de diciembre en Marrakech y sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos, abordada concretamente como una herramienta de prevención para lograr la paz y el desarrollo sostenible.
El Arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario de Relaciones con los Estados en la Santa Sede, realizó, como representante vaticano, sus respectivas intervenciones ante los diferentes asuntos programados en debate.
Tuberculosis: necesario intercambio mundial de ciencia y tecnología
“La tuberculosis permanece, por razones obvias, fuertemente asociada con la pobreza y afecta desproporcionadamente a los países en vías de desarrollo, donde el 99 por ciento de los casos de tuberculosis terminan en muerte” aseguró Mons. Paul Gallagher ante la Sede de la ONU en Nueva York, y frente a los mandatarios mundiales reunidos en la 73° sesión de la Asamblea General (desarrollada del 25 de septiembre hasta el 1 de octubre).
Ante esta afirmación, el Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede expresó que las estrategias para erradicar la tuberculosis deberían dirigirse “a las poblaciones más pobres con mayor riesgo” y abordar los determinantes más importantes de esta enfermedad, como “la mala nutrición, las condiciones de vida insalubres y la falta de atención médica básica”. Y en esta línea, enunció que “una respuesta global efectiva” debería incluir el acceso a pruebas y tratamientos de diagnóstico asequibles, especialmente en estos países.
Mons. Gallagher también hablo de “cercanía”; “la cercanía con los enfermos transforma las mentalidades y los prejuicios contra las personas que padecen tuberculosis” aseguró. En ciertos lugares y culturas, las personas afectadas por la tuberculosis están segregadas y sufren de una estigmatización humillante. La respuesta global debe – puntualizó Mons. Gallagher – “incluir intervenciones prácticas que alienten a la cercanía” y dejarse envolver “por la verdadera compasión y la solidaridad”. Además, señaló como elemento fundamental de ayuda: “un intercambio mundial de ciencia y tecnología”, frente a la pesada carga adicional que esta enfermedad tiene para los sistemas de salud de los países pobres.
Santa Sede insta a firmar y ratificar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares
El segundo día de la Asamblea General de la ONU coincidió además con el Día Internacional para la Eliminación de las Armas Nucleares. Actualmente hay un total de 61 Estados que han firmado el “Tratado” sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, de los cuales catorce ya lo han ratificado.
Mons. Gallagher, en su intervención explicó que la Santa Sede – que firmó y ratificó el Tratado el mismo día en que se abrió para su firma y ratificación el 20 de septiembre de 2017 – “desea instar a otros a firmarla y ratificarla”, pues “cada firma, cada ratificación de este Tratado – ha asegurado – constituye un paso importante hacia el logro de un mundo libre de armas nucleares”.
En este sentido, el representante vaticano también dijo que “nunca debemos resignarnos a la idea de que las armas nucleares estén aquí para quedarse” ni dar crédito a la idea de que “las amenazas contemporáneas a la paz y la seguridad internacionales no permiten el desarme nuclear”. “El mundo no es más seguro con armas nucleares” puntualizó, sino “más peligroso”.
Camino a Marrakech: ser conscientes de los desafíos de los migrantes para “acoger, proteger, promover e integrarles”
Otro de los temas centrales de la jornada fue el “Pacto Mundial de Migración”, el cual se adoptará formalmente en Marrakech el próximo mes de diciembre y con el que la comunidad internacional se une “para idear soluciones más sostenibles y mejores para cuidar a los migrantes, especialmente a aquellos en situaciones más vulnerables” ha dicho el Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede .
En su intervención, Mons. Gallagher ha dejado claro cuál debería ser el logro de este Pacto: “responder tanto al derecho a migrar como al derecho soberano de los Estados a proteger sus fronteras” así como “establecer políticas migratorias”, siempre en pleno respeto de los derechos humanos de los migrantes.
También ha dicho que lo más importante es “ser conscientes de los desafíos que enfrentan las personas en movimiento” para poder cumplir con las “responsabilidades compartidas” hacia ellos. El Papa Francisco, “quien ha dado su apoyo a este proceso desde el principio – puntualizó – resume estas responsabilidades compartidas y el compromiso con la solidaridad en cuatro verbos: “acoger, proteger, promover e integrar”.
Por último, exprimió su deseo de que “El Camino a Marrakech” sea un viaje compartido de “solidaridad, misericordia, prudencia, responsabilidad y respeto”.
No permitir que los Derechos Humanos sean palabras vacías
Mons. Gallagher afirmó ante las Naciones Unidas que al tratar durante el debate general que los Derechos Humanos contribuyen al logro de la paz duradera y el desarrollo sostenible estaban dando “un paso más”, pues “nunca se puede permitir que los derechos humanos y la dignidad humana se conviertan en palabras vacías, pronunciadas y afirmadas simplemente para mitigar nuestra conciencia colectiva” algo que el Papa Francisco ha llamado – puntualizó – «nominalismo declarativo».
Y para evitar esto, recordó que “los derechos siempre implican responsabilidades” y éstas se cumplen a través de compromisos fundados en “los principios de la justicia, la solidaridad y el bien común”. En este respecto, el representante vaticano concluyó asegurando que los principios que crean entornos saludables, permiten a todas las personas convertirse en “protagonistas de su propio desarrollo” y éste es “el verdadero fundamento de una paz duradera”. Ciudad del Vaticano
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