Al recibir la distinción como ‘Hijo Ilustre’ de Santa Cruz durante la sesión de honor del Consejo Municipal la noche de este viernes 21 de septiembre en el frontis de la Catedral, Monseñor Braulio Sáez, Obispo emérito de la Arquidiócesis de Santa Cruz, invitó a todos los habitantes de esta tierra a contagiar y difundir un verdadero espíritu de fraternidad ciudadana, también insistió en que Santa Cruz debe diferenciarse por la acogida y la convivencia “para que el progreso material venga impregnado de espiritualidad cristiana y cálida humanidad”. El Prelado también aseguró que absolutamente todos deben trabajar por la vida y la familia, como corazón vivo de la sociedad.
El Obispo emérito, confesó que en los 14 años que lleva en esta tierra camba siempre se ha sentido muy a gusto “…y hasta diría, que muy camba, muy identificado con el carácter y la idiosincrasia de jovialidad y alegría de este pueblo”.
El Prelado insistió en que se siente sinceramente sorprendido por este título con que la ciudad lo distingue, sin embargo, también aseguró que “Allí donde me he encontrado, sí que me anima siempre un hondo propósito de ir creando una verdadera fraternidad ciudadana; algo que todos los que vivimos en esta tierra maravillosa, tenemos que ser capaces de contagiar y difundir en todos los ámbitos de Santa Cruz”.
Absolutamente todos tenemos que trabajar por el respeto a la vida
“si hay algo por lo que todos, absolutamente todos, tenemos que trabajar es por el respeto a la vida, toda vida: la no nacida y la del anciano que tantos años ha acumulado; la del niño y la del joven que tienen derecho a soñar un futuro ilusionante y, la de mujeres y hombres, que siguen abriendo caminos de esperanza…”
Trabajemos por la Familia, corazón vivo de la sociedad
“Y en el centro de todo ello, la familia, que es el corazón vivo de la sociedad y la escuela de la vida, y donde se cuece nuestro futuro. Familia de puertas abiertas, con paredes cálidas, con felicidad y alegría no disimuladas, con trabajo honrado y oración de creyentes, “para que cada casa, como nos dice el Papa Francisco, sea la escuela del Evangelio, escuela de fidelidad y de sinceridad, escuela de paz y de perdón, escuela de escucha y reconciliación, escuela de comunión y solidaridad”.
Palabras de S.E. Monseñor Braulio Sáez,
Obispo Emérito de Santa Cruz.
Entrega de la distinción como ‘Hijo Ilustre de Santa Cruz’.
Plaza principal de Santa cruz, 21 de septiembre de 2018
Mis queridos amigos y hermanos todos:
Un saludo muy especial al Sr. Ing. Percy Fernández Añez, Honorable Alcalde Municipal de esta querida ciudad de Santa Cruz de la Sierra; a la Sra. Arq. Angélica Sosa de Perovic, Presidenta del Honorable Concejo Municipal, a los miembros del Honorable Concejo Municipal y a todos los participantes de este solemne acto, en el que honramos a nuestra ciudad de Santa Cruz.
Cuando me enteré de la nominación del título de “Hijo Ilustre” de Santa Cruz, tres fueron los sentimientos que surgieron en mi corazón:
Primero fue de sorpresa y desconcierto, ya que nunca había pasado por mi mente tan significativo privilegio. Confieso que en los 14 años que llevo en esta tierra camba, siempre me he sentido muy a gusto, y hasta diría, que muy camba, muy identificado con el carácter y la idiosincrasia de jovialidad y alegría de este pueblo. Lo de “hijo”, lo acepto, por aquello de que “los cambas nacemos donde queremos”; y yo nací en España, por lo que muy bien puedo ser camba; ahora bien, lo de “ilustre”, ya es otros cantar; no sé hasta dónde llega mi “lustre”, mi hidalguía, mi señorío y linaje… pues siempre me consideré hijo de una familia normal y castellana.
Mi segundo sentimiento es de gratitud y hasta de humildad, ya que no me siento digno de semejante privilegio. Sinceramente no sé qué habrán visto en mi persona el Sr. Alcalde y los miembros del Honorable Concejo Municipal para darme semejante galardón. Por eso, gracias de todo corazón. Allí donde me he encontrado, sí que me anima siempre un hondo propósito de ir creando una verdadera fraternidad ciudadana; algo que todos los que vivimos en esta tierra maravillosa, tenemos que ser capaces de contagiar y difundir en todos los ámbitos de Santa Cruz.
Y mi tercer sentimiento, al aceptar este título, es la conciencia que me acompaña de que el Señor de la Vida hace las cosas para que la miremos con ojos nuevos. Por lo que mi mirada a esta tierra en adelante buscará un mayor compromiso en favor de los valores humanos y cristianos, que deben dar sentido a la vida trepidante de Santa Cruz.
Pienso que el eslogan que vemos lucir en muchos lugares de nuestra ciudad “la ley del cruceño es la hospitalidad”, no puede ser sólo un enunciado de cortesía y de buenos deseos, sino un compromiso de solidaridad con todo aquel que necesita de nuestro afecto y ayuda, sabiéndonos responsables de una convivencia más verdadera y amplia.
Estamos celebrando una efemérides más de nuestra ciudad, 208 años de la Gesta Libertaria del Departamento de Santa Cruz. Esta ciudad, y este Departamento pujante, que es Santa Cruz, tiene que diferenciarse por la acogida y la convivencia, por el cuidado del folclore, el arte y las tradiciones de nuestros antepasados; por un mayor sentido de justicia, de solidaridad, por las sanas costumbres y los buenos modales… de modo que el progreso material venga impregnado de espiritualidad cristiana y cálida humanidad.
Y no lo puedo callar, si hay algo por lo que todos, absolutamente todos, tenemos que trabajar es por el respeto a la vida, toda vida: la no nacida y la del anciano que tantos años ha acumulado; la del niño y la del joven que tienen derecho a soñar un futuro ilusionante y, la de mujeres y hombres, que siguen abriendo caminos de esperanza, tenemos muchos ejemplos de personas que nos marcan nuevos horizontes.
Y en el centro de todo ello, la familia, que es el corazón vivo de la sociedad y la escuela de la vida, y donde se cuece nuestro futuro. Familia de puertas abiertas, con paredes cálidas, con felicidad y alegría no disimuladas, con trabajo honrado y oración de creyentes, “para que cada casa, como nos dice el Papa Francisco, sea la escuela del Evangelio, escuela de fidelidad y de sinceridad, escuela de paz y de perdón, escuela de escucha y reconciliación, escuela de comunión y solidaridad”. (Pompeya 17-9-2018)
Y hablando de oración, este sí que es mi mejor aporte. Me comprometo a tenerles presentes en mi vida y ministerio sacerdotal, para que este nuestro Dios, Padre de todos, nos haga sentir “gran Familia”.
Quiero terminar con la bendición que el Señor, el Dios de Jesucristo, sugiere a Moisés para su pueblo. Hoy esta bendición es para Santa Cruz y todo el Departamento, y de modo muy especial para todos los aquí presentes:
“El Señor les bendiga y les guarde,
el Señor les muestre su rostro radiante
y tenga piedad de ustedes,
el Señor les muestre su rostro y les conceda la paz”.
(Num 6,22-27) Muchas gracias.
Santa Cruz de la Sierra, 21 de septiembre de 2.018
Mons. Braulio Sáez García, ocd.
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